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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].
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viernes, 11 de marzo de 2011

día 1979. Cathay en Personae



De los libros que componen el volumen, he querido elegir uno. Por la cantidad de marcas que puse en la lectura, tenía que ser este, Cathay. No era la primera vez que incluía traducciones como obra propia; sin ocultar en qué obra se había basado, la usaba como punto de dar un salto más. Pero en Cathay fue especialmente criticado: Pound no sabía chino y se basó en las notas tomadas por Ernest Fenollosa publicadas y, también, en las que le pasó la viuda. Filológicamente, fue acusado de infinidad de errores; lógicos por que Fenollosa, que es el origen, aprendió chino en Japón. Sin embargo, jueces competentes de la poesía china e inglesa consideran esta obra de Pound entre las mejores traducciones de la poesía china a la inglesa (ver en Wikipedia).

El libro, editado en 1915, empieza con esta nota: «La mayor parte procede del chino de Rihaku (Li Po), de las notas del difunto Ernest Fenollosa y de las interpretaciones de los profesores Mori y Ariga».

Tres poemas se refieren a la soledad, el dolor y la falta de destino heroico de los soldados de a pie.

De CANCIÓN DE LOS ARQUEROS DE SHU

Whe we set out, the willows were dropping with spring,
We come back in the snow,
We go slowly, we are hungry and thirsty,
Our mind is fuul of sorrow, who will know of our grief?

De Bunno, aprox. 110 a.C.

(Cuando partimos, los sauces se doblaban con la primavera, / regresamos con nieve, / avanzamos con lentitud, tenemos hambre y sed, / nuestro ánimo está apesadumbrado, ¿quién sabrá de nuestro dolor?).


De LAMENTO DEL GUARDIA DE FRONTERAS

Sorrow to go, and sorrow, sorrow returning,
Desolate, desolate fields,
And no children of warfare upon them,
            No longer the men for offence and fefence,
Ah, how shall you know the dreary sorrow at the North Gate,
With Ribuku’s name forgotten,
And we guardsmen fed to tigers.

De Rihaku

(Dolores al ir y dolores al volver. / Desolados, desolados campos, / y sin niños huérfanos en ellos, / sin hombres ya para ataque y defensa. / ¿Ah!, si pudieras saber del lúgubre dolor en la Puerta del Norte, / ya olvidado el nombre de Riboku, / y nosotros, los guardias, pasto de los tigres).

De SUREÑOS EN UNA TIERRA GÉLIDA

Lice swarm like ants over our accountrements,
Mind and spirit drive on feathery banners,
Hard fight gets no rewarsd,
Loyalty is hard to explain,

(Enjambres de piojos, como hormigas, cubren nuestros vestidos, / Mente y espíritu sustentan banderas imperiales. / Una dura batalla no ofrece recompensas. / La lealtad es difícil de explicar).

Hay poemas sobre la soledad de la mujer.

De EL HERMOSO ATAVÍO

And she was a courtezan in odl days,
And she married a sot,
Who now goes drunkenly out
And leabez her too much alones.

De Mei Sheng, 140 a. C.

(Fue cortesana en otros tiempos, / y se casó con un bebedor / que ahora sale a emborracharse / y a ella la deja demasiado sola.)

Poemas sobre el canto y la valoración de la caída, como otro evento de la vida.

De POEMA JUNTO AL PUENTE DE TEN-SHIN

At morning there are flowers to cut the heart,
And evening drives them on the eastward-flowing waters.
Petals are on the gone waters and on the going.
            And on the back-swirlings eddies,
But to-day’s men are no the men of the old days,
Though they hang in the sameway over the bridge –rail.
[...]
Night and they are given over the pleasure
And they think it will last a thousand autumns.

De Rihaku

(Al alba hay tantas flores que se te parte el corazón, / y por la tarde flotan en las aguas que fluyen hacia el este. / Hay pétalos en las aguas idas y en las que se están yendo, / y en los remolinos que las hacen volver, / pero los hombres de hoy no son los hombres de ayer, / aunque se asomen a la barandilla de la misma manera. //// Noche y día se entregan al placer / y creen que esto habrá de durar un millón de años).


También hay algunos poemas sobre la separación del amigo.

De CARTAS DESDE EL DESTIERRO

And if you ask how I regret that parting:
It is like the flowers falling at Spring’s end
            Confused, whirled in a tangle.
What is the use of talking, and there is no end of talking,
There is no end of things in the heart.

De Rihaku

(y si preguntas cuánto lamento esta partida: / es como cuando, al acabar la primavera, caen las flores / confusas y arremolinadas. / Para qué sirve hablar; hablar no tiene fin, / los asuntos del corazón no tienen fin)

Ezra Pound, Personae, traducción de Jesús Munárriz y Jenaro Talens. Editado por Poesía Hiperión (nº 367). Basado en la edición para New Directions de 1990 preparada por Lea Baechler y A. Walton Litz

martes, 8 de marzo de 2011

día 1980. Personae de Ezra Pound. Sus poemas de Londres (1912-1920)

Aunque lo he entremezclado con otras lecturas, he dedicado los últimos días a esta edición de los poemas breves de Pound, un librote que se cobra en tiempo su valor. Los poemas de pueden fechar en el tiempo que estuvo en Londres, de 1912 a 1920, cuando se fue a París y dedicó ya su tiempo a Los Cantos y a obras de crítica y de traducción. La “Nota al texto” del libro, aclara todos los cambios que ha sufrido. Publicado finalmente en 1926, llevaba esta nota introductoria: «Edición hasta la fecha de todos los poemas de Ezra Pound exceptuando los inacabados cantos». Pero la Nota dice que eso es engañoso, porque Pound había hecho una rigurosa selección entre los poemas de sus primeros siete volúmenes, quitando los más endebles; pero también por otras razones, como la inconveniencia. Esa edición tuvo cinco más, hasta que fue asumida por la editorial New Directions en 1949. En el 52, Faber and Faber publicó una edición británica de la de 1949. Y en 1990, New Directions publica la edición, de momento definitiva, preparada por Lea Baechler y A. Walton Litz, que es la que he leído en versión bilingüe, en Hiperión, traducida por dos grandes poetas, Jesús Munárriz, que es el director de la Colección, y Jenaro Talens. Aunque es imprescindible si no se lee inglés, la traducción es muy útil si se puede leer en inglés. Porque además de transmitir, los poemas de Pound “suenan” y perderse ese sonido es mala cosa si se puede evitar. Hay que tener en cuenta, además, que si Pound adelgazó esos “poemas completos”, las sucesivas ediciones no han dejado de “engordar” el conjunto.

La sensación es la de que se ha leído todo, y en unos años en los que cambió mucho desde que llegó y, como dice la Wiki: «La primera poesía de Pound estuvo influida por los poetas del siglo XIX (especialmente los prerrafaelitas), la literatura medieval y la filosofía ocultista y mística neo-romántica. Cuando se trasladó a Londres, echó mano de las lenguas y de las formas poéticas arcaicas en un intento por rehacerse como poeta».

A mí me han calado tres cosas, una vez conocidas las armas con las que contaba: la seriedad con la que se tomaba el oficio de poeta; la facilidad de “apropiación” del trabajo de otros, que no hay que considerar como robo sino como una experimentación (por ejemplo, en Catay); y la atención a todo tipo de pensamientos e historias, que le prepararon para su obra grande posterior. Me limito a transcribir algunos (pocos) de los subrayados, en un intento de marcar las líneas que más me han afectado.


Lo the fair dead!
No more desire flayeth me,
No more for us the tembling
At the meeting of hands

(¡Ved a la hermosa muerta! / Se acabó el deseo que me azotaba, / se acabaron los estremecimientos / al unir nuestras manos)

AND THUS IN NINIVEH
Aye! I am a poet and upon my tomb
Shall maidens scatter roses leaves
An men myrtles, ere the night
Slays day with her dark sword.
[...]
It is, Raana, that my song rings highest
Or more sweet in tone than any, but that I
Am here a Poet, that cloth drink of life
As lesser men drink wine.

(¡Ay! Soy un poeta y sobre mi tumba / las doncellas esparcirán pétalos de rosa / y mirto los hombres, antes de que la noche / ponga término al día con su oscura espada [...] No es que mi canción, Raana, resuene más alto / o con tono más dulce que las otras, sino que yo /aquí soy un Poeta, que bebe de la vida / como otros más pequeños beben vino.)

THE ALTAR
Let us build here an exquisite frienship,
The flame, the autumn, and the green rose of love
Fought out their strife here, ‘this a place ow wonder;
When these have been, meet ‘tis, the ground us holy.

(Edifiquemos aquí una amistad exquisita, / la llama, el otoño y la rosa verde del amor / libraron su batalla aquí, en este lugar de maravilla; / donde estuvieron, donde se encontraron, es ya tierra sagrada).

De AU JARDIN
[...] Wll, thee si not use your loving me
That way. Lady
For I nothing but songs to give you.
I am set wide upon the worlf’s ways
To say that life es, some way, a gay thing,
But you never string two days aupon one wire
But there’ll como sorrow of it.

(Bien, es inútil que me améis / de esta forma, Señora; / pues solo tengo canciones que ofreceros. / Me enfrento abiertamente a los designios del mundo / para decir que la vida, de algún modo, es algo alegre, / pero no enhebras nunca dos días en un alambre / sin que por ello provenga algún dolor).

TENZONE
I beg you, my friendly critics,
Do not set about to procure me an audience.
I mate with my free kind upon the crags;
the hidden recesses
Have heard the echo of my heels,
in the cool lihgt,
in the darkness
(Os ruego, amistosos críticos míos, / que no intentéis conseguirme una audiencia. / Convivo con mi libre especie sobre los riscos; /los escondidos nichos / han escuchado el eco de mis talones, / en la fría luz, / en la oscuridad).

A PACT
I make a pact with you, Walt Whitman–
I have detested you long enough.
I come ti you as a grown chid
Who has had a pig-headder father;
I am od enough now to make friends.
It was you that broke the new wood,
Now is a time for carving.
We have one sap and one root–
Let there be commerce between us.

(Hago un pacto contigo, Walt Whitman: / te he detestado ya lo suficiente. /Vengo a ti como un niño crecido / que tuvo un padre cabezota; / ahora ya tengo edad de hacer amigos. / Fuiste tú quien cortó los nuevos troncos / y ahora es el momento de tallarlos. /Tenemos igual savia y la misma raíz, / vamos a hacer un trato entre nosotros).

FURTHER INSTRUCTIONS
Come, my songs, let us express our basses pasions,
Let us express our envy of the man with a steady job and no worry about the future.
You are very idlem may songs.
I fear you will como to a bad end.
You stand abour in the streets,
You loiter at the corners and bus-stops,

You do not even express our inner nobilities,
You will como to a very bad end.

And I?
I hace gone half cracked,
I have talked to you so mucha that I almost see you about me,
Insolent little beasts, shameless, devoid of clothing!

But you, newest song of the lot,
You are not old enough to have done much misgchief.
I will get you a geen coat out of China
With dragons worked upon it,
I will get you the scarlet silk trouseres
From the statue of the infant Christ in santa Maria Novella,
Lets they say we are lacking in taste,
Or there no caste in this family.

(NUEVAS INSTRUCCIONES. Venid canciones mías, expresemos nuestras más bajas pasiones / expresemos nuestra envidia hacia el hombre con empleo seguro y sin preocupaciones por el futuro. / Sois muy ociosas, canciones mías. / Me temo que acabaréis muy mal. / Andáis por las calles, / holgazaneáis en las esquinas y en las paradas de autobús, / no hacéis nada de nada. // Ni siquiera expresáis nuestras noblezas interiores, / acabaréis mal, sí, muy mal. // ¿Y yo? / Estoy medio chiflado, / he hablado tanto con vosotras que casi os veo a mi alrededor, / ¡insolentes y desvergonzadas bestezuelas, totalmente desnudas! // Pero tú, la canción más reciente del lote, / no eres lo bastante antigua para haber hecho mucho daño, / te regalaré una chaqueta verde de China / con dragones bordados , / te regalaré los pantalones de seda escarlata / de la imagen del Niño Jesús en Santa maría Novella, / no sea que critiquen nuestra falta de gusto / o afirmen que no hay nobleza en esta familia).



Ezra Pound, Personae, traducción de Jesús Munárriz y Jenaro Talens. Editado por Poesía Hiperión (nº 367). Basado en la edición para New Directions de 1990 preparada por Lea Baechler y A. Walton Litz

jueves, 27 de enero de 2011

día 1999. Luis Alberto de Cuenca escribe sobre Ezra Pound

Una amiga me envía este artículo reciente sobre Pound, de gran interés.


EZRA POUND, EL HOMERO DEL SIGLO XXI

"Después de leer a Pound y a Gimferrer supe que lo que me proponían era lo que yo quería decir en mis versos"

LUIS ALBERTO DE CUENCA

Sin Ezra Pound (1885-1972) la poesía del siglo XX hubiese padecido de atrofia muscular. Habría crecido hasta un cierto punto, más o menos mediano, dándonos la sensación de que algo había cambiado con la modernidad, pero no lo suficiente como para demostrar fehacientemente la realidad incontestable de una nueva escritura que convierte el fragmentum en la razón de ser de la poíesis, al modo en que han llegado hasta nuestros días los restos de la lírica griega arcaica merced a los vaivenes de la Historia.
Descubrí en plena adolescencia la poesía de Pound gracias a una edición bilingüe de los Pisan Cantos en inglés y en italiano que compré en Florencia en una librería de la Via Cavour allá por los últimos años 60 del siglo pasado. El traductor, introductor y anotador italiano era Alfredo Rizzardi. Para mí, hubo un antes y un después de la lectura de ese libro. Por aquel entonces cayeron también en mis manos Arde el mar y La muerte en Beverly Hills de Pedro Gimferrer en las primeras ediciones de El Bardo, y supe que quería escribir poesía porque aquello que Pound y Gimferrer me proponían en sus versos era precisamente lo que yo quería decir en los míos, balbucientes aún, pero llenos del “ruido y de la furia”, de la convicción que me prestaban las muchas complicidades que bullían en mi interior desde el asombrado y asombroso contacto con mis modelos. La poética de Ezra Pound tuvo mucho que ver con la gestación de ese personalísimo universo lírico que asomaba en las páginas de los primeros libros de Gimferrer. Para mí es imposible evocar a Ezra sin referirme a Pedro, y viceversa.
En mi primer libro, Los retratos (1971), había una cita de Pound (canto LXXVIII, al comienzo) que presidía el poemario: “Cassandra, tus ojos son como tigres, / en ellos no hay nada escrito.” Desde hace cuarenta años, la belleza es para mí como los ojos de la Casandra de Pound, vacía de palabras y de significados, pero con esas rayas que embellecen la piel de los tigres y que remiten al lenguaje simbólico de los comienzos, presente en las abstracciones indescifrables de Cantabria o de la Dordoña, justo cuando el chamán arroja al fuego los frutos escogidos del otoño para ganarse el corazón de la Gran Diosa.
De la importancia de Pound en mi vida, y no sólo en mi vida de escritor, hablan por sí solos los párrafos anteriores. Sólo puedo pensar en otro autor que me haya marcado tan decisivamente como el poeta de Idaho: William Shakespeare. Leer sus obras completas entre los doce y los catorce años supuso para mí otra revelación, pero la lectura del viejo Will no me dio acceso a la creación literaria, como la de Pound, sino que se limitó a sembrar de irresolubles dudas el territorio de mi confortable Weltanschauung juvenil, convirtiéndome en un adulto desesperado, que es lo que sigo siendo al día de hoy, camino de la senectud. Me he referido a algunos loci sacri bibliográficos en mi itinerario poundiano, omitiendo, por mor de la brevedad, las ediciones originales en inglés. Quiero añadir a las obras citadas la traducción de los poemas breves a cargo de Jesús Munárriz y Jenaro Talens (Hiperión, 2000) y los tres volúmenes hasta ahora aparecidos de los Cantares completos que Javier Coy ha ido publicando en la colección “Letras Universales” de Cátedra. Basta con libros como éstos para disfrutar en profundidad del Homero del siglo XX en su butaca favorita.

Luis Alberto de Cuenca, Ezra Pound, el Homero del siglo XXI. Revista Mercurio, Número 127, enero de 2011

domingo, 23 de enero de 2011

día 1203. Ezra Pound en el St. Elizabeth


Ezra Pound en 1958

A mediados de 1945, el periodista Norbert Miller llamó a la redacción del Herald Tribune en París, para hablar con Halderman, Feature-Editor, sobre la situación de Pound. Meses después, el editor Sr. Laughlin se puso en contacto con el abogado Julien Cornell para que se encargara de la defensa del poeta. Si no hacían algo, en cualquier momento lo podrían condenar sumariamente a muerte. De lo que hicieron, se produjo el debate judicial, para intentar que no se le considerase responsable de sus actos. Conseguido el objetivo, fue enviado a un psiquiátrico muy duro, del que lo trasladaron al St. Elizabeth, un lugar agradable donde fue recuperando las libertades de leer, escribir y recibir visita largo tiempo. Era el año 1946 y estuvo privado de libertad hasta 1958. Cuando salió, se fue a Italia con su mujer. Fue entrevistado en Venecia, a petición del periodista Norbert Fishman, del Estudio III de de la CBS de Nueva York por el poeta beat judío Allen Ginsberg, “el escritor que mayor veneración le profesa entre los jóvenes autores”.



Allen  Ginsberg: Encontré a Ezra Pound sentado en la placita de enfrente de su pensión, un Pound silencioso, exasperado, más bien taciturno. No conseguí más respuestas a mi preguntas que el incansable movimiento de sus manos. Intenté con mucho cuidado quebrar aquel silencio mortal abrazándole; sí, lo confieso, besándole respetuosamente la frente, mientras le decía:
Para mí, como para muchísimos jóvenes poetas, usted ha sido un estímulo inestimable, no solo por su obra sino también por su concepción de la poesía según la cual sin cosas no existirían ideas. El estilo de sus poemas ha influido directamente y con gran precisión sobre mi propia concepción de la escritura.
Todo esto que le cuento, ¿tiene algún interés para usted?

Un gran silencio, seguido de un murmullo muy entrecortado, una voz maltrecha por la edad...
Ezra Pound: Sí, pero mis poemas, por su parte, carecen de cualquier interés. A los 70 años me he dado cuenta de que mi vida no ha sido una quimera, sino una imbecilidad.
Allen Ginsberg: Eso no quita que su obra, ese conjunto artístico de palabras y frases, me ha proporcionado el impulso necesario para mi propia evolución.
Ezra Pound: Puro revoltijo.
Allen Ginsberg: ¿A qué se refiere, a usted, a sus Cantos o a mí?
Ezra Pound: A mi obra. Estúpida y pedante de cabo a rabo. Pero mi mayor error fue mi antisemitismo, ese estúpido prejuicio pequeño burgués.
Allen Ginsberg: Me alegra oírle decir esto. En cualquier caso, usted nos ha enseñado el camino. Cuanto más leo, más me convenzo de que sus poemas son la mayor obra lírica de nuestros tiempos. Y respecto a sus declaraciones sobre política y economía, usted tenía razón. Cada día se ve más claro en Vietnam. Usted fue el primero que nos enseñó a quién beneficia la guerra.
¿Me permite que le bendiga y que le lea un poema?
Ezra Pound: Sí.


Fritz J. Raddatz, El proceso de Ezra Pound; revista Quimera, nº 49, mayo de 1985. Traducción de Juanjo Fernández




viernes, 21 de enero de 2011

día 1205. El debate judicial sobre el asunto Ezra Pound, intervenciones de Robert Frost, Enest Hemingway, William Carlos Williams y T.S. Eliot

Aunque quede largo, estas 4 intervenciones ayudan mucho a situar a Pound como personaje y escritor.

*****
Robert Frost: Desde 1908, Ezra Pound se marchó de América. A partir de entonces, contando 23 años, se convirtió en el ministro sin cartera, el descubridor y promotor de la gran literatura europea. Siendo secretario de William Butler Yeats, en 1913 descubrió a James Joyce: en aquel caso, a través de un poema juvenil y sus primeras tentativas de prosa; a raíz de este encuentro nació una amistad que duró decenas de años; solo gracias a la mediación de Pound fue posible que se publicara la gran novela Ulysses. Al mantener una infatigable correspondencia con editores e incontables pequeñas revistas literarias –a las que asesoraba e incluso, si era preciso, financiaba-, se esforzó por hacer publicar esta novela, ocupándose también de que Joyce cobrara derechos de autor y de que la crítica le prestara atención. Fue Pound quien escribió los primeros grandes ensayos sobre Joyce: hizo lo mismo  con D.H. Lawrence, Wyndham Lewis y T.S Eliot; es más, a los consejos literarios de Pound y a su depuración estilística debemos la obra maestra del propio Eliot, The Waste Land. El gran escritor ruso Isaac Babel ha calificado a Pound como personaje ejemplar. Ernest Hemingway ha declarado que había “aprendido Pound más que de nadie en el mundo, que de él había aprendido cómo se debía escribir y cómo no se debía”. Pound proclamó los méritos de los Tr´picos de Henry Miller cuando nadie, en aquel tiempo, se atrevía a incluirlos en la literatura. Una considerable correspondencia da fe de la amistad que le unió con Cocteau y Louis Aragon.

*****
El secretario: Sr. Hemingway, se le ruega que diga su nombre y profesión.
Ernest Hemingway: Puede usted irse al carajo con sus formulismos, amigo. Soy Ernest Hemingway y Ezra Pound es amigo mío. Con eso basta. Tampoco he entendido ni una puñetera palabra de todas esas eruditas chorradas y chocheces que se acaban de soltar sobre sexo, fascismo y élites.
El presidente: Sr. Hemingway, lo lamento pero...
Ernest Hemingway: ¡No me interrumpa! Me trae sin cuidado lo que usted pueda lamentar. Yo, lo que lamento es la manera como se trata aquí a Ezra Pound. Seré sincero: quiero sacarle de aquí y voy a contar dos o tres cosas sobre él. Ezra Pound y yo siempre hemos estado muy unidos... El estudio en el que vivía con su mujer, Dorothy, en París, era tan modesto como señorial era el de Gertrude Stein. A su propia actividad poética no dedicaba más que la quinta parte de su tiempo... El restante lo dedicaba a mejorar la situación material de sus amigos y las condiciones de su traajo artístico. Les defendía cuando eran atacados. Les ayudaba a publicar en revistas, los sacaba de chirona. Les prestaba dinero, vendía sus cuadros, organizaba conciertos. Convencía a los editores para que les publicaran sus libros. Y cuando ellos creían hallarse a las puertas de la muerte, se quedaba con ellos toda la noche y era testigo de su testamento. Les pagaba las facturas del hospital y les disuadía del suicidio. Y, en pago a todo ello, sólo algunos de ellos renunciaban a darle una puñalada por la espalda a la primera ocasión.
¡Vean, señores, el tipo tan extraordinario que era! Y de lo que la matasanos esa ha contado, sus rollos sobre cerebro y cojones, todo eso me la suda. ¿Loco? ¿Y qué? ¡Claro que está loco!... como mínimo desde 1933.

*****
Sr. Williams, ¿conoce usted a Ezra Pound desde la época en que ambos estudiaban juntos?
William Carlos Williams: Exacto. Nunca explicar nada, esa era su divisa. Era fiel a ella y siguió siéndolo cuando, más adelante, se puso a escribir poemas. Lisa y llanamente, él vivía en más altas esferas que los demás habitantes del planeta, en esferas fuera de lo común. Hasta creo que se trata de un rasgo de su personalidad... que ha terminado por causar su perdición. Intentó hacerse sitio en el firmamento. Y, con un poco más de fortuna en lo financiero, lo habría conseguido. Desde aquella época, pero también luego en Londres, se entregó en cuerpo y alma a la vida bohemia de los artistas, adoptando sus poses extravagantes y toda su característica parafernalia: aretes turcos, chaquetas de terciopelo y melena flamígera. De cuando en cuando, él y yo discutíamos acerca de cuál debía ser el objetivo que debía perseguir un poeta: ¿el caviar o el pan? Yo estaba a favor del pan, Ezra a favor del caviar. Creía vivir una vida de poeta de hoy, y por ello entendía un tren de vida que solo muy pocos de los que actualmente nos dedicamos a esta noble actividad  nos atreveríamos a llevar.

*****
T.S. Eliot: Es sobradamente conocida la estrecha relación que me une a Ezra Pound, y quizá sea más apropiado que me permitan ceñirme a un único aspecto de su personalidad, o sea, sus incesantes esfuerzos por sustituir el mundo real por su contrario, el mundo de la pura forma: estos esfuerzos fueron los que gestaron su obra. A medida que cobraba cuerpo este segundo mundo se volvía una necesidad vital para él poder encontrar compañeros que tomaran en serio sus pretensiones elitistas y que incluso las compartieran. La opción existencial que escogió, por su cuenta y riesgo, de hecho no era más que la elección de un “personaje”, o, dicho de otro modo, de una “máscara”. Es decir, había optado por existir para los otros, en lugar de existir “en sí”. Seguramente, ustedes ya sabrán que uno de sus principales conjuntos de poemas lleva el título de Personae-máscaras. Llegamos aquí a lo más hondo de las razones que le hicieron dedicarse en cuerpo y alma a los escritores y artistas contemporáneos, quienes “normalmente” hubieran sido sus rivales. En él era costumbre el implorarles; les pedía que escribieran bien, les obligaba a ello si era preciso, hasta tal punto que a veces daba la impresión de alguien que intentaba explicar a un sordomudo que su casa estaba ardiendo. Pero esto no era solo consecuencia de su talante de pedagogo: también se debía a su ardiente deseo no solo de escribir bien él mismo, sino de además vivir rodeado de mentes con un poder creativo que igualara el suyo. Señoras y señores, muchas gracias por prestarme atención.
Fritz J. Raddatz, El proceso de Ezra Pound; revista Quimera, nº 49, mayo de 1985. Traducción de Juanjo Fernández

jueves, 20 de enero de 2011

día 1206. El debate judicial sobre el asunto Ezra Pound, sus intervenciones

Ha empezado el debate judicial para dilucidar si su estado permite juzgarlo:


... El Sr. Pound está sentado ante ustedes. Le ruego, Sr. Pound, que se levante y mire al jurado. Díganos su identidad, por favor.
Ezra Pound, con voz a la vez hostil y desganada: No soy nadie., mi nombre es nadie.

Rober Frost hace un alegato sobre la importancia de Pound en la literatura. Al terminar, se producen las declaraciones siguientes:



El presidente: Muchas gracias, Sr. Frost. Y ahora, una pregunta que formulo al Sr. Pound. ¿Tiene algo que añadir a lo que acaba de declarar Robert Frost?

Ezra Pound (recitando uno de sus poemas):
y un olor de menta bajo los toldos de las tiendas
sobre todo después de la lluvia
y un buey blanco en el camino a Pisa
como encarándose con la torre,
carneros negros en el campo de maniobras y los días de lluvia, nubes
sobre las montañas, como bajo las garitas.
Una lagartija me tenía en vilo
las aves del campo detestan el pan blanco
4 gigantes en 4 esquinas
tres hombres jóvenes  ante la puerta
y han cavado una zanja a mi alrededor
para que la humedad no roa mis huesos...

Tras un momento de silencio, el presidente con una tosecilla de compromiso: ¡Ejem!... hum. Bueno. Y bien.. Deseo ahora solicitar la presencia de...

El poema recitado era sin duda sobre sus condiciones. Los 4 gigantes son las torres de vigilancia, los tres hombres jóvenes son los guardianes que evitan todo contacto.

Fritz J. Raddatz, El proceso de Ezra Pound; revista Quimera, nº 49, mayo de 1985. Traducción de Juanjo Fernández


miércoles, 19 de enero de 2011

día 1207. El debate judicial sobre el asunto Ezra Pound: sus condiciones de encarcelamiento

El 2 de mayo de 1945, Ezra Pound fue detenido por partisanos en su casa de las afueras de Roma, por su colaboración radiofónica con Mussolini. Traspasado a las fuerzas norteamericanas, fue tratado con tal dureza que muchos intelectuales se horrorizaron y trataron de aliviar su condición. El intelectual alemán F.J. Raddatz cuenta esto en un guión radiofónico sobre ese debate judicial (previo a decidir si se le juzgaba o se le consideraba loco) que la revista Quimera publicó en mayo de 1985, en su número 49. Esta curiosidad me viene de mi lectura actual de Personnae, los libros de Pound anteriores a Los Cantos. Transcribo hoy la parte relativa a las condiciones en que se le detuvo en el campo disciplinario.


Le ruego responda a esta pregunta, Sr. Allen: ¿fue usted testigo del trato recibido por el Sr. Pound en el campo disciplinario del ejército, en Pisa?
Robert R. Allen: Sí. Pound fue encerrado aparte de los otros prisioneros, dentro de una jaula de acero construida especialmente para él en el patio de la prisión. Él desconocía si su destino era pudrirse en esa jaula o salir de ella para ser ahorcado por traición.... A ninguno de los demás prisioneros les estaba permitido acercársele o hablarle, ni siquiera decirle una sola palabra. No contentos con privar a Pound de cualquier contacto humano, le negaron también cualquier lectura que pudiera servir de consuelo a su agitado espíritu. Para matar el tiempo solo contaba con un texto de Confucio, en chino, que iba traduciendo: esto era todo cuanto disponía para alejar sus pensamientos tenebrosos, sus inquietudes, sus angustias.
Pero sus sufrimientos no se limitaban a estas torturas mentales. Estábamos entonces en pleno verano y el sol italiano caía a plomo: el recalentado pavimento del patio de la prisión se calentaba hasta lo insoportable. Por las inmediaciones pasaba una concurrida carretera militar y Pound estaba permanentemente expuesto al ruido y el polvo, careciendo de protección. Mientras los demás presos eran trasladados bajo la tiendas para protegerlos del soy el polvo, Pound permanecía abandonado a la intemperie, de tal manera que ni uno solo de sus gestos escapara a la vigilancia de los guardianes. Los demás detenidos podían salir de sus celdas para la comida y las sesiones de ejercicio físico, pero Pound no. También estaba privado de la ayuda que comporta, en cierto modo, la vida en colectividad. Estaba solo.
Tampoco la noche le aportaba el descanso y el sueño necesarios tras semejantes jornadas de sufrimiento bajo un implacable sol tropical: unos reflectores apuntaban a la jaula y, durante toda la noche, su cegadora luz hacía arder sus pobres ojos inyectados en sangre. En esa jaula de barrotes de acero, ni un solo mueble. Pound dormía sobre el suelo de asfalto, envuelto en mantas, calcinado por el sol, empapado por las lluvias.


Fritz J. Raddatz, El proceso de Ezra Pound; revista Quimera, nº 49, mayo de 1985. Traducción de Juanjo Fernández