A Molinos, sin cuya amorosa
persistencia me habría perdido
este libro imprescindible
Introducción mía (bastante prescindible)
He tardado entre la última entrada y esta. No solo porque es un libro gordito y endiabladamente cambiante. No solo porque en estos días, en Madrid, hay muchos motivos para no hacer lo que tienes que hacer. Sobre todo he tardado porque suelo pasar bastante de la preocupación por estropear un poco la trama, contándola. A mí no me importa que me cuenten los finales, los medios y los principios de las películas y los libros (estoy candado de repetir que “el cómo se hace” me en realidad más de “lo que se hace”). Procuro espoilear lo menos posible, pensando en los demás, pero no me preocupa cuando lo hago. En este caso, sí me preocupaba mucho: es la historia de una deconstrucción de un grupo y, en esos casos, el orden de los factores y el final forman parte más del “cómo” que de la “trama” misma.
Así que el problema que me demora, y al que doy vueltas, es: ¿Cómo diablos escribir de este libro que tanto me ha gustado, sin estropear a los que no lo han leído el gusto de leerlo? Y en esas estamos, pero no puedo retrasarlo más, así que me arriesgaré. El pasado del verbo del título, “amé”, ya indica que es algo que existió y ya no existe: que lo que se cuenta desde un “presente” es algo de hace tiempo, que terminó.
También me ha demorado porque he necesitado de largos paseos rememorando la novela, que reconozco que me sujetó de las solapas de la chaqueta desde el principio. Cuando un texto significa tanto para uno (cuando hay tantas cosas semejantes, que no iguales, a lo que uno ha vivido y sufrido), se pone en marcha una catarata de recuerdos y luego hay que separarlos de lo que relata la novela.
Esa historia de lo que fue es la de un pequeño grupo de amigos, hombres y mujeres. No es peculiar ni extraña. Suele escribirse, dándoles mucha importancia, los amigos del colegio, de la Universidad si se fue a ella (o los primeros años de trabajo, si no): a los amigos de la juventud, más o menos desbocada, como un grupo de crecimiento y conocimiento de la vida. Todos nos sentimos más o menos cercanos a esas historias.
No hay demasiados textos, sin embargo, a un grupo especial de amigos: el que se forja cuando ya hemos iniciado la vida adulta y elegimos por afinidades electivas. Ojo, que aquí no valen los amigos de la empresa, de la casualidad, con los que se sale a divertirse; pero, en cuanto a confianza, no sobrepasan ciertas marcas. No, en estos grupos de afines hechos al principio de la vida adulta, se vuelve a tener la sensación de que son amigos “para crecer”: para compartir estilos de vida, pensamientos, sensaciones, sentimientos... pero sobre todo, se tiene con ellos la sensación de que no somos personas hechas y derechas, de que hay que seguir creciendo con la vida y ellos nos van a ayudar.
Esos grupos existen, aunque no abunden. Y esta es la historia de cómo se forma uno de ellos y cómo se va deshaciendo con la vida. Aunque un “enganche” especial hace que incluso cuando están lejos, sigan manteniendo viva por carta la “necesidad” que tienen unos de otros; aunque ya sean incapaces de dar satisfacción a esa necesidad.
Antes de entrar en faena, y para aclarar el asunto, dado que casi todos, a finales de los 20 o principios de los 30, cuando nos incorporamos a la adultez, formamos un grupo, me gustaría diferenciar los tres tipos de grupos de esos que conozco. Aparte de la frecuencia con la que se ven, hay un signo inequívoco: las fiestas. En el grupo A, las parejas llegan juntas, se mantienen juntas toda las fiesta, con cena, copas, conversaciones y siguen así hasta que se van; en el grupo B, se dividen en corrillos de hombres (para mí insufribles porque hablan de profesión y dinero y, sobre todo, de motores y gadgets electrónicos) y de mujeres. En el grupo C, las parejas que llegan juntas se separan antes de dar tres pasos y los grupos son por motivaciones de interés. Esta novela trata un grupo pequeño del tipo C.
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Desde dónde se cuenta la historia
La novela está contada por uno de los protagonistas. Nunca sucede una escena aparte, de la que él no tenga conocimiento. Es como cuando cualquiera de nosotros cuenta una historia y solo puede saber lo que ha vivido o lo que otros protagonistas le han contado. Esto, en una novela que contiene muchas características posmodernas, se informa ya en el primer párrafo (p. 9) y se le da un sentido de que lo que es, de lo que significa realmente, contar una historia sobre nosotros mismos, en la página antepenúltima, la 448. Copio esos dos párrafos.
«Ayer encontré las cartas de Violet a Bill. Su dueño las tenía escondidas entre las páginas de uno de sus libros, y al abrirlo cayeron al suelo. Hacía años que sabía de su existencia, pero ni él ni ella me habían hablado nunca de su contenido. Lo que sí me dijeron es que a los pocos minutos de leer la última y quinta carta, Bill cambió de opinión con respecto a su matrimonio con Lucille, salió del edificio de Green Street y se dirigió al apartamento de Violet en el East Village. Yo, mientras las sostenía en la mano, percibí en ellas ese misterioso peso que tienen las cosas que se han visto hechizadas por historias relatadas y vueltas a relatar una y otra vez. Mi vista ya no es tan buena como antes, por lo que tardé largo rato en leerlas, pero al fin conseguí descifrar hasta la última palabra, y cuando terminé con ellas supe que iba a comenzar este libro hoy mismo.» (p. 9)
«Las historias que relatamos sobre nosotros mismos sólo pueden relatarse en el pasado. El pasado se remonta hacia atrás, desde donde ahora nos encontramos, y ya no somos actores de la historia sino espectadores que se han decidido a hablar. En ocasiones, el rastro que dejamos se ve señalado por guijarros como los que Hansel dejaba a su paso. En otras, el rastro desaparece porque los pájaros han descendido al alba y han devorado todas las migajas. La historia vuela sobre las lagunas, rellenándolas con la hipotaxis de un “y” o un “y entonces”. Yo mismo lo he hecho en estas páginas para no salirme de un camino que sé interrumpido por baches superficiales y varios pozos más profundos. Escribir es un modo de localizar mi hambre, y el hambre no es sino un vacío.» (p. 448)
Una pequeña advertencia, como en este comentario oculto más de lo que descubro, he preferido poner solo estos dos extractos, aunque los subrallados deben pasar con mucho del centenar.
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Los personajes
Leo, historiador de arte con algunos libros publicados, profesor respetado.
Casado con Erica, filóloga investigadora muy centrada en los personajes y el tema de las “palabras atenuadas” de Henry James. Viven moderadamente bien, en una casa limpia y ordenada, del dinero del trabajo de Leo.
Bill, pintor que lleva 10 años pintando sin haber vendido un solo cuadro.
Lucille, casada con Bill, poeta enigmática, centrada casi absolutamente en la poesía. Viven en el estudio de Bill, entre el caos, el desorden y la falta de limpieza. Viven muy modestamente de trabajos menores que los dos hacen (sobre todo Bill).
Violet, modelo de Bill, a la que pinta a veces delgada y a veces muy gorda. Desaparece enseguida para irse a París, para hacer una estudio sobre las “histéricas” del Hôpital de la Salpêtrière.
Mark, hijo que tienen Lucille y Bill antes de divorciarse (y Bill casarse con Violet)
Matt, hijo de Erica y Leo, de la misma edad que Mark.
Estrucuctura
Tres capítulos: UNO, DOS y TRES, de unas 150 páginas cada uno. El primero incluye 30 escenas; el segundo, 44 escenas; y el tercero, 31 escenas.
Capítulo UNO
Es el período de la formación del grupo. Leo conoce a Bill por casualidad, visita su estudio y le compra el primer cuadro que Bill vende en su vida, con Violet como modelo. Además, convence a su amigo Bernie, galerista de Nueva York, para que vaya al estudio. Bernie se da cuenta enseguida de su potencial, le organiza una exposición y los vende todo. Se queda como su marchante. Puede quedarse con el estudio, que con la llegada de Violet se había vuelto ordenado y limpio en el área de vivir, y comprar un apartamento justo encima de donde viven Leo y Erica. El divorcio no es doloroso, pero Lucille se va a otra ciudad y empieza una sucesión, dolorosa, de llevarse a Mark y devolverlo y volvérselo a llevar.
Pero salvo esto último, es el capítulo del gozo, del crecimiento. Un pintor que va cobrando fama, una mujer que ha escrito un ensayo sobre las histéricas, una mujer que escribe su tesis literaria y un profesor de arte con un famoso libro sobre Parmigianino y, después, dedicado al estudio de las pinturas negras de Goya. Todo resulta interesante, feliz. Contagiosamente feliz, porque desencadena recuerdos propios de creatividad junto a amigos creativos. Es una delicia, al final del capítulo, cuando narra que se van de vacaciones (en los años que los niños tienen 8, 9, 10 y 11 años) a una casa destartalada en un paisaje maravilloso. Los niños se van a un campamento diurno del que los recogen a las 2 del mediodía: hasta que llegan los niños el pintor, pinta; y los demás escriben. Luego conviven todos juntos y por las noches leen cuentos en voz alta. Yo daría cualquier cosa por haber vivido esos veranos con mis amigos.
Lenguaje de los personajes
Ni siquiera mi amiga Di Vagando, incluso su alias más maléfico de Di Vagando rocks, tendrá nada que objetar a que los personajes femeninos hablan como mujeres y son mujeres; y los masculinos, considero que son hombres y hablan y piensan como hombres. Todo, además de interesante, "suena" real.
De la parte del arte
Aquí hay dos vertientes, la de Bill. Siri, la autora, debe conocer magníficamente el medio artístico neoyorquino. No solo las opiniones, bien fundamentadas de Leo, sino la descripción de las 3 exposiciones de Bill, son absolutamente geniales. Desconozco si están basadas en un autor rea (no lo dice) o en un pintor imaginario, pero acabamos conociendo cada una de sus obras como si la tuviéramos delante de los ojos. En ese caso, la autora habría jugado a crear un pintor que no existe, pero con los méritos suficientes para existir y convertirse en uno de los genios. Desde el sillón de lectura, asistimos a exposiciones viéndolo y sabiéndolo todo.
Pero también está la obra conceptual violenta de Teddy Giles, que se ha hecho amigo de Mark en las rave que este frecuenta. Se plantea descarnadamente el valor de esta corriente, pero sobre todo se sospecha que, a pesar de su cara angélica, las obras violentas no queden en una representación de la violencia de la vida americana; sino que interiormente ese modo sea asumido por los jóvenes. En cualquier caso, la presentación, y crítica, de esa corriente artística real resulta imponente.
Pocas veces se lee una novela y te das cuenta de que la próxima vez que vayas al Reina Sofía a ver una exposición estarás en mejor posición para entenderla.
El DOS y el TRES
No podría decir nada de estas partes sin revelar partes de la trama, lo que me propuse no hacer. Baste con decir que en el libro que Leo pretende escribir sobre Bill habla, entre otras cosas de “evanescencias” y que, con la trama del arte y el amor entre ellos, se produce lo que suele exigir la Realidad: las desapariciones. Son capítulos dolorosos, pero ineludibles. Además de leer con el mismo placer que en el capítulo primero, uno se va volviendo más sabio.
Tiene una pinta estupenda. Lo anoto. (Este año me llevo un camióna la Feria del Libro)
ResponderEliminarLeido todo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la dedicatoria. Ya sabes que puedo ser muy insistente cuando algo me gusta mucho..y este libro me encantó. Recuerdo el día que lo compré perfectamente. Ese tipo de detalles solo se guardan de los libros importantes.
Siri habla muy bien de arte porque sabe mucho del tema. Yo la estuve viendo en unas conferencias en el Museo del Prado..y la tia sabe mogollón y además lo cuenta muy bien. Ahí fue cuando me acerqué al final para que me firmara el libro...¿no has leido eso en mi blog?
Y estoy de acuerdo contigo en que los hombres hablan como hombres y las mujeres como mujeres y es raro una mujer que escriba desde el punto de vista de un hombre y nada chirríe en toda la nararración.
Me alegra muchísimo que te haya gustado tanto.
Bueno ya es hora de leerla a ella y no tanto a Paul.
ResponderEliminarAtrae lo que cuentas y eso que no he leído toda la entrada para que no me dstripes nada.
Gracias a ti y a molinos.
¿Sabes, T?, en estas fechas me dan penilla las librerías, tan solas. Así que no voy a la Feria y visito y compro en las librerías (tengo animadversión a la Feria por un hecho personal que no viene al caso).
ResponderEliminarDe cualquier manera, pocas cosas producen esa sensación de propietario satisfecho y nervioso que la de llenar una mesita de libros nuevos, cogerlos y dejarlos, ir eligiendo, mirarlos de lejos. Me produce un gusanillo de felicidad en el estómago.
Un abrazo y disfruta
Dedicatoria merecida, MOLINOS. LA persistencia en recomendar lo bueno es de personas que no han perdido ni la capacidad de asombro ni el entusiasmo por transmitirlo. Desconocía que fuera una experta en arte, que da charlas en El Prado, pero leyendo el libro es una de las cualidades resaltables: no hay un ápice de "mentira o tirarse el rollo".
Pero además del tema del arte, capta y reflexiona muy bien la vida. Solo veo un error en las páginas de la cultura juvenil, se le nota que tiene información no interiorizada. De hecho, en esas 20 páginas, las escenas se hacen cortísimas, como si estuviera transcribiendo fichas.
Encantado de tu encantamiento, un abrazote de esos, como de camionero a camionero.
Esta novela, ISABEL, es espléndida y totalmente recomendable. De una profundidad psicológica que hace que valga por ella misma. (Me han comentado que esta es su "Gran Novela", así que de momento, y sin recomendación, no me lanzaré a leer otras).
He sudado tinta, de verdad, para que no hubiera spoiler. Creo que podrías haber leído entero lo que escribí. Pero si ya has decidido leerla, pues no importa.
Un abrazo fuerte
Apuntado en la lista de la compra de la feria.
ResponderEliminarMe alegra tanto levantar la vista y verlo aquí, al lado mío :)
ResponderEliminarVamos a tener que apuntalar las casas, para que no se nos caigan de tanto peso, Aroa. Bien mirado, no es el peor modo: leyendo un libro de poemas con la luz que se filtra entre los cascotes.
ResponderEliminarEso, Magapola, quiere decir que lo tienes: el placer es mejor tenerlo cerquita.
Amo a Siri Hustvedt desde hace una dédada. Diría que, por momentos, me gusta más que Paul Auster. Y aunque suene fatal quizá sea por su "mirada femenina". Que nadie me malinterprete. Su literatura no puede etiquetarse con eso que algunos llaman "literatura femenina" y que tampoco sé muy bien qué es. No, no me refiero a eso. En sus novelas trata con la misma profundidad a mujeres, hombres, niños y jóvenes. Me refiero a su capacidad para fijarse en los detalles, para describirlos. Y para describir los pequeños gestos cotidianos que parecen insignificantes pero que a la larga son los que cuentan. Y eso lo hace con el cuidado y la capacidad para el detalle que suelen poseer las mujeres.
ResponderEliminarYo la descubrí con su primer libro de relatos, "Los ojos vendados". Ese libro me cambió la vida. Hay libros, o autores, que nos impulsan a escribir. A querer ser escritores. Este fue uno de ellos. Iris Vegan es un personaje que se ha adherido a mi piel. Es como una vieja amiga, a la que de vez en cuando echo de menos y necesito volver a ella. No sé cuántas veces he releído ese libro y todas y cada una de ellas me produce las mismas sensaciones de la primera vez. Es un libro extraño y desasosegante por momentos pero a la vez muy cercano.
"Todo cuento amé" es la segunda novela (su primera es una delicia titulada "El secreto de Lilly Dahl") y su consagración. Me encantó. Y sin embargo en ella, por momentos, me parecía que estaba leyendo a Paul Auster (sensación incrementada con la siguiente, "Elegía para un americano" que encima al ser de Anagrama ya no sabía a quién leía). Digamos que, como escritora, a medida que ha aumentado su ambición y su reto a la hora de escribir, ha perdido el estilo y la personalidad de sus dos primeras obras, en mi opinión. Sería una cuestión para debatir, Nán, que me parece interesante.
En cualquier caso, ha sido un placer encontrarme con esta sorpresa. Mi pasión por Siri Hustvedt, injustamente poco cinocida aún en España, es un secreto que me acompaña desde hace años. Y es una maravilla descubrir que es compartido.
Un besazo
quería decir conocida. El palabro "cinocida" da un poco de yuyu :))
ResponderEliminarQuerida ETDN, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices de bueno de esta novelista: todos los personajes hablan diferenciadamente el lenguaje que les corresponde por edad y condición. Por eso crea una realidad en la que como lectores nos metemos (en mi caso hasta el tuétano del hueso) y deambulamos por ahí a nuestro ritmo.
ResponderEliminarDe la llamada literatura femenina, en lo que es buena literatura, si existe, no debería existir, paso (es que no se me ocurre en qué puede consistir). Otra cosa es el mercadeo de novelas dirigidas a mujeres que no leen literatura, sino "historias" que contienen lo que se suele decir que son "cosas de mujeres" (amores románticos, "sensibilidad" prefabricada, etc.).
Hay una pequeña parte de la novela en la que no pasa eso: la de la cultura juvenil. Se nota que no ha profundizado y las escenas son cortas, simplemente para contar la trama. Curiosamente, cuando uno de esos jóvenes habla, se vuelve a repetir que "es creíble".
Y te agradezco mucho la información sobre su obra. Me han aconsejado varias veces que esta es su gran novela, y que fuera de ella decepciona (¿quizá por la austerización?). Pero por lo que cuentas, haré una excepción con el libro de relatos que te la descubrió.
Un abrazote
"Los ojos vendados" está publicada en Circe. Y es una primera obra fabulosa. Como (casi) toda primera obra de un autor se desprenden vivencias cercanas o puede que autobiográficas. Está narrada en primera persona por una mujer de veintitantos y son cuatro historias de ella como protagonista, en diferentes momentos. Son historias independientes pero que podrían formar parte de una misma novela. En ella apunta una atmósfera y un mundo muy propio, que es algo que yo admiro cuando lo descubro en un autor al que leo por primera vez. Me fascinó su estilo, su manera de contar hechos, su énfasis en cierta parte oscura de las personas, en situaciones un poco extrañas, en cómo existencias en apariencia normal cambian o muestran una cara distinta, en cómo reaccionan los seres humanos bajo ciertas circunstancias.
ResponderEliminarEso me pasó también con Adam Haslett y su primer libro de relatos: "Aquí no eres un extraño" (Salamandra). Dejo el apunte, por si...
bss
Por veladas alusiones..." Los ojos vendados" no está mal..pero para mi "Todo cuanto amé" es lo mejor que ha escrito. Puede que "Los ojos vendados" sea una especie de preparación para su gran obra que es Todo cuanto amé.
ResponderEliminarDesde luego "Elegía para un americano" es un horror y por un momento como dice ETDN no sabes a quien estás leyendo si a ella o al señor Auster...completamente prescindible..
¡Guau! Cuánto aprendemos entre todos.
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