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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

miércoles, 23 de marzo de 2011

día 1976. “The Corrections”, de Jonathan Franzen, y el “Diario de una traducción”, de Ramón Buenaventura. (VI)


DIARIO


Capítulo 20

Este capítulo es, como los otros, un trueno. Y voy a intentar superar hoy la “vaguería” de copiarlo entero y ya está. ¿Quién dijo que traducir era fácil?

Incumplo en el primer párrafo: «No es broma: «The jismic grunting butt-oink. The jiggling frantic nut-swing»: «A topetazos en el culo, gruñendo como un cerdo. Con las pelotas zarandeándosele frenéticamente». Más o menos. Donde jismic (jism es semen, en jerga) se sustituye por topetazos —transmite la misma idea de fornicación sonora, pero con mayor claridad en castellano que si dijéramos orgásmica—; culo procede de butt; «gruñendo como un cerdo» se inspira en oink, y lo demás se entiende sin explicación. Yo no pregunté nada, pero a una de las traductoras tuvieron que hacerle el boca a boca, a juzgar por las dudas que transmitió al autor (a quien imagino carcajeándose de puro morbo).» Conocer las dudas de esa traductora sería delicioso. Pero yo, como traductor, creo que directamente me habría tirado por la ventana.

Los dos párrafos siguientes están dedicados a la traducción de unos regalos de Navidad. En este caso, “and two calico throw pillows”. Es algo que ha puesto el autor, como podríamos pensar que podría haber puesto otra cosa. “¿Y si lo quito, qué pasa?”, es una pregunta que muchas veces se hace un traductor. La respuesta inmediata es “¡Qué más quisieras tú, so-traidor, cabronazo!”. Así que hay que ponerse a trabajar duro con algo que, a lo mejor, no tiene la menor importancia para el libro... Pero el autor lo puso, y basta. Y dice Buenaventura: « Throw pillow no es término inventado por el autor: lo encontramos por miles en catálogos interneteros y viene a ser un equivalente especializado de nuestro cojín; esto es: no un cojín cualquiera, sino un cojín suelto, de cualquier formato, siempre ornamental, que se coloca encima de un mueble (de un sofá, por ejemplo, pero también de una silla, para ablandarle el asiento)». Así que acaba poniendo “dos cojines”, porque por mucho que se venda por internet, son cojines y haber puesto “ornamentales” despistaría más que facilitaría la comprensión.

¿Y “calicó”? Existe la palabra española, está en nuestro diccionario (“tela delgada de algodón”), con “dos cojines de calicó” el trabajo de traductor se ha cumplido. Pero leyendo enciclopedias, una vez traducido el libro, descubre que resaltan que es un algodón basto y barato. Y termina así, con ese humor con el que describe su trabajo: «Con lo cual resulta, ¡ay!, que hemos hecho un pan como unas tortas: el autor quería darnos idea de un regalo pobretón, y nosotros, traduciendo «cojines de calicó», le hemos comunicado al lector hispanohablante una sensación de cosa cursi —a eso suena calicó—, pero no de baja calidad… Por supuesto: ahora, entrando en los detalles, sin tasa de tiempo, es fácil percibir estos matices. Trabajando a destajo, como trabajamos los traductores, nadie puede estar a semejantes finuras. Lástima.)».

Capítulo 21

Miren ustedes, si hay alguien capaz de expresar lo que expresa este capítulo sobre las “trampas” de la traducción, quitando aunque sea una coma, ese alguien no soy yo. Solo digo que cada vez que lo leo, disfruto. Es más, pienso en los traductores excelentes como en héroes casi de las mismas proporciones de los bomberos que enfrían con agua los reactores nucleares japoneses. Aunque los traductores no corren peligro de radiación, sí lo corren de tener pequeñas explosiones mentales que les causen una vejez intranquila. Copio y pego, que es lo fácil, para que disfruten de la primera a la última línea.

También se presentan, a veces, trampas en las que puede uno caer, en cualquiera de los muchos días tontos que ocurren durante un largo proceso de traducción. Miren ustedes esta frase: «he piled his Foucault and Greenblatt and hooks and Poovey into shopping bags and sold them all for $115». ¿Qué pintan ahí esos «hooks» o ganchos? El personaje está vendiendo objetos que tiene en casa, para pagarse la tontorrona existencia que lleva: libros, sobre todo, pero nada impide que también pignore alguna propiedad que quepa en la anchurosa definición de hook. Claro que... También puede tratarse de una errata, de un apellido mal escrito, con minúscula inicial. ¿Ponemos Hooks o buscamos algo que se acerque a hooks —perchas, por ejemplo— y pueda venderse a un chamarilero? La cuestión requiere un poquitín de ingenio, porque sabemos de antemano que la búsqueda hooks no puede darnos nada claro en Google. ¿Y si acudimos a Amazon.com, explorando la posibilidad de que pueda tratarse de un escritor? ¡Bingo!, como dicen los exclamadores originales: bell hooks, una escritora y crítica literaria que, como e.e. cummings, gusta de humillarse el nombre escribiéndolo en plan todo minúsculas.
Y, bueno: hemos resuelto el problema, pero, seguramente, dejamos al lector hispanohablante in albis. Recuérdese que el autor nos tiene prohibido, a los traductores, explicar nada que él no explique a sus lectores aborígenes, de modo que... Supongo que 999 de cada 1000 lectores de Las correcciones habrán pensado que hooks es una errata. Sólo que, ¿quién demonios es bell hooks? ¿No resultará parecida la proporción de lectores norteamericanos que haya pensado lo mismo? Bien podría ser que el autor hubiera puesto su migaja de cachondeíto en el asunto, porque, a fin de cuentas, ¿qué trabajo le habría costado escribir bell hooks, nombre y apellido, eliminando así toda posible confusión?
No conviene excluir siempre la posibilidad de que el autor tenga razón. A veces acierta.
Capítulo 22

Una digresión de lujo, ejemplo de numerosos casos semejantes que se le plantean a un traductor del inglés al español. Ha de traducir  «You’ve got your In-Sink-Erator». No cuesta mucho averiguar que es un “triturador de desperdicios bajo el fregadero”. Pero... y en los “peros” están los problemas...

Está claro como el agua clara de lavar los platos: la pronunciación de In-Sink-Erator se acerca muchísimo a la de incinerator, artilugio que, para un anglohablante, no guarda tanta relación con su ceniza etimológica como con el hecho simple de destruir algo en trozos pequeñitos. Y —lujo añadido— el terminacho contiene sink, fregadero. O sea que: verde y con aza, calabaza.
La reflexión «es la falta de sentido del ridículo que, vista y oída por un hispanohablante, puede llegar a exhibir la lengua inglesa. A ello se presta, claro, la facilidad de combinación que ofrecen sus abundosas palabras monosilábicas: maquine usted ingeniosos juegos de palabras con fregadero y triturar a ver qué le sale». Cualquiera que sea el intento de “copiar” esas construcciones en español, da como resultado una mamarrachada. Los dos últimos párrafos del capítulo, nos devuelven el centro al sentido común.

No hay casi nada que el traductor pueda hacer para copiar el desparpajo de la lengua inglesa en este terreno. En Las correcciones nos resignamos a poner: «Tienes triturador de basuras en el fregadero», que, la verdad, tampoco está mal, como texto exótico.
Confieso, por otra parte, que yo sólo conozco una familia, en toda España, que posea tan devorador adminículo en su casa

Capítulo 23

Este capítulo, dedicado a la traducción de una frase aparentemente fácil, pero que contiene dos escollos: “percentile” y “Chapter 11”. Desde aquí, mi admiración por la laboriosidad o la suerte de haber encontrado la solución al segundo escollo; y a la habilidad para poner la comprensión del lector hispano por encima de la traducción literal en el primero. El capítulo entero es una muestra de la dificultad extrema de la labor del traductor, sobre todo cuando, por razones de prisa, no piensa suficientemente qué es lo que va a entender el lector (como en el primer escollo) o es realmente difícil conocer el significado de un término (segundo escollo).

In these same twenty-two months, Chip had liquidated a retirement fund, sold a good car, worked half-time at an eightieth-percentile wage, and still ended up on the brink of Chapter 11. No es tan difícil como parece, pero ocurre que el uso de percentile, en inglés, no está tan reducido al ámbito técnico como el de percentil en español; y, además, la clasificación de los salarios en percentiles es un concepto relativamente común en EE UU y absolutamente extraño en España. Peor aún: si traducimos «un salario en el percentil ochenta» lo más probable es que el lector hispanohablante entienda lo contrario de lo que tratamos de comunicarle, es decir: que el salario de Chip no se situaba en el 20 % superior. De modo que, aun teniendo en cuenta que la definición de percentil en el DRAE no deja lugar a dudas («1. m. Mat. Valor que divide un conjunto ordenado de datos estadísticos de forma que un porcentaje de tales datos sea inferior a dicho valor. Así, un individuo en el percentil 80 está por encima del 80 % del grupo a que pertenece»), parece más prudente optar por una versión explicativa: «un salario situado entre el 20 % de los más altos del país».
Chapter 11 no viene en ningún diccionario, ni parece ser un término muy frecuente en el habla norteamericana, pero está claro que se refiere al capítulo 11 de la Bankruptcy Act, que regula la quiebra o bancarrota de deudores de menor cuantía (está claro si conoce usted estupendamente la legislación estadounidense, o si, echándole paciencia a la tarea, localiza el asunto en Internet). No será mala traducción, pues, nuestro «cuarta pregunta», que sitúa al aludido en muy mala coyuntura económica y que, además, nos remite también a un contexto judicial. (La cuarta pregunta venía, en los interrogatorios, tras «¿tenemos salud?», «¿tenemos ingenio?» y «¿tenemos amores?»; y el reo solía contestarla negativamente, para no pillarse los dedos en las rendijas de Hacienda).

Capítulo 24

En este capítulo, me atrevo a no copiar el segundo de los escollos financieros, porque para ver las dificultades de este tipo, el primero se basta y sobra. Solo añadir que sigo disfrutando como un enano con sus soluciones; minidulces que, dada mi escasa altura, me parecen tartas enormes y deliciosas

Y en la misma línea pasamos al lenguaje financiero: «These were years in America when it was nearly impossible not to make money, years when receptionists wrote MasterCard checks to their brokers at 13.9% APR and still cleared a profit, years of Buy, years of Call, and Chip had missed the boat». Una de esas frases que los traductores leemos con desolación en la trabajadora alma, achicados de horror ante la perspectiva de tirarnos horas en averiguaciones que, luego, cuando se midan por el resultado, van a producirnos cincuenta céntimos de euro. Ésta, en realidad, no es para tanto. APR se encuentra en cualquier buen diccionario y significa ‘TAE’, ‘tasa anual efectiva’; receptionist se puede dejar en recepcionista sin desdoro; lo mismo que MasterCard checks en talones de MasterCard (que el lector español no entenderá exactamente, pero que tampoco parece imprescindible explicar, porque esto es una novela, no un informe financiero). Y «years of Buy, years of Call» se elucida también sin penoso esfuerzo: «Años de Compra, años de Demanda». Al final, lo más osado que nos queda es cambiarle el transporte a Chip, porque en español, cuando perdemos oportunidades, solemos hablar de trenes en vez de barcos.
Jonathan Franzen, Las correciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004

 

sábado, 19 de marzo de 2011

día 1977. “The Corrections”, de Jonathan Franzen, y el “Diario de una traducción”, de Ramón Buenaventura. (V)



DIARIO

Lo he intentado, de verdad, pero resumir estos pequeños capítulos del Diario de Buenaventura, además de un tarea casi imposible, de las de volverse locos, me parece que sería un atentado a los derechos humanos de cualquier persona lo bastante loca como para seguirme en esta serie.

Como además, esta vez sí escribo sobre un capítulo de la Novela (aquí sí he sido un héroe: solo dos extractos, y bien conjuntados, de un capítulo de 130 páginas), me limitaré a copiar y pegar solamente tres capítulos del diario. Enteritos.

Capítulo 17

Descubran ustedes las diferencias, por favor. Inglés:
His stomach heaved when he remembered the glistening wedges of browned whateverfish, the glaucous arcs of lipidy chips, the smell of scalp and deep-fry, or even just the words “Firth of Forth.”
Español:
El estómago se le revolvía al recordar aquellas grandes y resplandecientes porciones de cualquiera sabe qué pescado, las glaucas tiras de patas lipidosas, el olor a cuero cabelludo y a fritura, o incluso las palabras «Firth of Forth», nombre de un puente de ferrocarril sobre el estuario del Forth.
Pues sí, en efecto: en este caso, logré colar la explicación de Firth of Forth, que de otro modo habría dejado bastante perplejo al lector español, seguramente poco versado en la toponimia escocesa. Y también, sí, en efecto: me salté browned. Y más también, sí, en efecto: las comillas —“ ”— que utilizan los tipógrafos norteamericanos no son las mismas que utilizamos (o deberíamos) utilizar aquí —« »—. (Muchas veces, el traductor se ve obligado a eliminar parte de la información que acarrea el texto inglés, porque no hay manera elegante de conservarla en castellano —y puede importar más la elegancia que la exactitud—, pero, sobre todo, porque el escritor en lengua inglesa, abusando de sus vocabulario monosilábico y de su enjuta gramática, tiende al dato superfluo. Reconozco, no obstante, que la omisión de browned, en esta frase, no fue voluntaria).
Pero pronto purgué este pecadillo con las «espirales metálicas y cuadradas de placas antirrobo» («metallic squared spirals of antitheft badges»), de las cuales, cuenta el autor, están plagadas las aceras de Manhattan, y se le van pegando a uno a las suelas de los zapatos, según anda. ¿Existe aquí semejante artilugio? Pues mire usted por dónde: sí, existe. Yo no lo había visto en mi vida, pero, de pronto, empezaron a florecer en todas las tiendas donde me metía a averiguar: son unos rectángulos de cartón que en una cara llevan algo parecido a un circuito impreso (cuyo trazado podría considerarse espiral) y en la otra una poderosa capa de pegamento. Y que, claro, arrojados al suelo por el comprador, al salir de la tienda, pueden comportarse como pedazos de chicle bien masticado. La combinación adelanto-técnico/oh,-Dios-mío,-todo-corre-peligro,-tengo-que-protegerme puede acabar con la cultura occidental

Capítulo 18
De pronto nos encontramos con «the Saturday half of the Sunday Times», la mitad sabatina del Times dominical. Es una peculiaridad a que se atiene la distribución del Times en Nueva York: parte de la edición dominical se distribuye con el ejemplar del sábado. Es decir: «la mitad del Times del domingo que se entrega los sábados». En traducciones a otros idiomas se omitió este detalle; que, por otra parte, tampoco tiene importancia alguna, pero que el traductor debe respetar, aunque no entienda por qué se molesta el autor en precisar semejante dato.
Una pieza en la que tropezamos todos los traductores, en cambio, fue ésta, cierre de una larga pintura de ambiente pueblerino estadounidense: «And orange and yellow plastic pennants shivering overhead on guys».  Difícil de entender, ¿verdad? ¿Qué hacen esos guys (las más de las veces, tíos, chicos, gente) con los gallardetes de plástico por encima? ¿Qué rara construcción es ésa, con toda la pinta de faltarle un the antes de guys...? Ya sé: el error es lelo, pero considere el lector cuánto engaña la frase, por lo aparentemente obvio de su sentido: es de una lógica apabullante que los gallardetes tremolen al viento, sobre las cabezas de la gente. Una imagen estupenda, que, para colmo, cerraba con primor el párrafo. La lástima es que el original no dice eso, porque guy, aquí, vale por guy rope, es decir cable tensor o viento. Es decir: «Y los gallardetes de plástico de color naranja y amarillo, tremolando en lo alto, sujetos por cables tensores». Uf. Mucho más feo que la traducción equivocada, desde luego; pero así es la vida del honrado truchimán.
El problema siguiente es evangélico y se da con frecuencia: las citas no coinciden a la perfección, porque las versiones tradicionales de los Testamentos al inglés y al español están hechas con criterios diferentes. Donde The Corrections dice «If thy right hand offend thee, Jesus said, cut it off», Las correcciones tendrá que decir: «Si tu mano derecha te ofende [o escandaliza: las versiones varían], dijo Jesús, córtala y arrójala de ti». Lo de menos, desde luego, es averiguar a qué Evangelio corresponde la cita, porque el autor no se molesta en decírnoslo; pero vaya el dato, en plan exhibición: Mateo, V, 29-30 (tarda uno tres o cuatro segundos en localizar una referencia así en internet, claro).

Capítulo 19
«Years after the Soo Line and Great Northern and Rock Island had stranded dead and dying towns all across the northern Plains, then, the Midpac had persisted in running short semiweekly or even biweekly trains through places like Alvin and Pisgah Creek, New Chartres and West Centerville». Midpac es el nombre abreviado de una compañía de ferrocarril, la Midland Pacific Railroad. Pero ¿qué significa semiweekly y, sobre todo, en qué se distingue de biweekly? Según Webster, semiweekly (término raro) significa ‘que ocurre dos veces por semana’, y biweekly es su sinónimo, en primera acepción, aunque en segunda pueda significar ‘que ocurre cada dos semanas’, es decir, quincenalmente. El hecho de que ambas palabras se sucedan en el texto debería haber bastado para indicar a los traductores que el autor no las utilizaba como seudónimos, pero el caso es que hubo consultas perplejas sobre el asunto. Y la verdad es que tampoco el castellano puede presumir de mucha claridad al respecto: bisemanal, en DRAE, es
1. adj. Que se hace u ocurre dos veces por semana.
2. adj. Que se hace u ocurre cada dos semanas.
Por otra parte, tampoco entendemos muy bien que la distinción se ofrezca entre servicios «dos veces por semana» y «servicios quincenales», eliminando «una vez por semana». Pero así está en el original, y así hemos de dejarlo.
Y seguimos con los trenes: «The Midland Pacific Railroad (…) had served hundreds of one-elevator towns in west Kansas (…)». En muchos y pequeños trocitos habrá de partirse el coco el traductor para comprender que estas ciudades de un ascensor o elevador son ciudades de pequeña relevancia agrícola, que sólo tienen un silo para cereales (porque elevator, aquí, ha de entenderse por grain-elevator). Consuélense ustedes pensando que pregunté a varios indígenas norteamericanos y sólo uno de ellos entendió la frase, sin mucha seguridad. No quedó más remedio que acudir al autor. 





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NOVELA

El tercer capítulo o sección, CUANTO MÁS LO PENSABA, MÁS SE ENFADABA, pp. 183-315, es el turno de Gary Lambert y es una obra maestra para conocerle a él, a su familia propia, la relación con sus padres y con Denise (Chip está ausente) y para explicitar todos los temas importantes (salvo Chip) de este drama. Es casi una versión sinfónica que recoge los temas principales, convirtiéndolos a veces en subtemas, añadiéndoles algún adorno muy bien traído: por ejemplo, la necesaria escena del que presenta una venta de acciones, habiendo usurpado la patente de Alfred, muestra el capitalismo rampante y de éxito de ese momentos, pero también, por la imposibilidad de Gary de conseguir más acciones, cómo las acciones del “libre” mercado son cartas marcadas por tahúres.

Los espacios-tiempo son claros y lineales (los flashbacks solo aparecen cuando son absolutamente necesarios: la mente de Gary, en su casa, con descripción de lo que está haciendo el resto de la familia (su mujer Carolaine y sus tres hijos: Aaron, Caleb y Jonah), 14 páginas de conferencia con Enid y Albert. Se acuesta y la última discusión con Al (por teléfono), le lleva hacia atrás, a St. Jude. Al despertar, discusión con Carolaine (por las navidades en St. Jude), que termina con un «¡Vamos a romper por un viaje a St. Jude! [2ª subsección] En un hotel, primer paso del show itinerante para venta de acciones del nuevo producto de Eberle, acompañado de Denise. Un inciso (pp. 265-270) de la guerra doméstica Gary-Caroline. Se vuelve al salón y Gary discute con Denise mientras de fondo sigue el Circo financiero. Vuelta a casa de Gary, donde acosado y borracho, sale a podar el seto y se hiere. Se acuesta con la mano ensangrentada y a la mañana siguiente no se levanta de la cama, dispuesto a rendirse ante Carolaine.

Los temas de conflicto son:

-Carolaine es una manipuladora que quiere todo el poder o ninguno.
-Enid, que lleva 8 navidades en casa de Gary (nunca más de 48 horas), quiere celebrar lo que supone las “últimas” en St. Jude con sus hijos.
-Denise hace de mediadora, pero a Gary, en su casa, se lo están poniendo muy mal. La paz solo vendrá de que acepte que está deprimido (y por tanto sus ideas son las de un enfermo) y de que no vayan a St. Jude).
-Gary, que ese el único hijo de éxito, Vicepresidente del CenTrust, odia el espíritu a la antigua de su padre, lo que lo acerca a Enid; pero también le cae mal su madre. Quiere que vendan la patente por una millonada y no por los 5.000 dólares ofrecidos, y que vendan la casa mientras el mercado esté al alza (y se vayan con el dinero a un apartamento de una colonia de viejos). Albert no acepta lo primero; Enid no lo segundo.
-El fármaco de las acciones está en pruebas y podría ayudar a Albert: tendrían que traérselo a Filadelfia: Denise acepta encargarse de todo, porque Gary se niega.
-La tensión familiar que vive, lo están convirtiendo en alcohólico.
-La tensión que mantiene el enfrentamiento es la sexual: Gary ama enloquecidamente a Caroline: no puede plantearse la separación aunque sabe lo manipuladora que es. Ama a sus hijos, pero los dos mayores ya habían sido comprados y, el día del seto, descubre que también el pequeño. Solo puede hacer el amor con ella. Los dos extractos que pongo del largo capítulo lo revelan. El primero (pp. 243-44) revela también la capacidad de Franzen para abordar “lo complejo”. El segundo (293-94) revela la incapacidad de Gary de vivir fuera del mundo de su propia familia, en el que durante años había creído realmente. El extracto se produce después de haber reconocido que todas las semanas recibía la mirada de entrega de unas 10 jóvenes.

«–Estás deprimido –dijo ella–, y quiero que vuelvas a mí. Estoy harta de vivir con un anciano deprimido.
Gary, por su parte, quería que volviese a él la Caroline que solo unas noches antes se le había abrazado vigorosamente en la cama, al estallar una fuerte tormenta. La Caroline que se le echaba en los brazos nada más entrar en la habitación. LA chica casi huérfana cuyo más ferviente deseo era jugar en su equipo.
Pero también era cierto que siempre le había gustado mucho lo dura que podía ser, lo poco que se parecía a los Lambert, la escasa comprensión que manifestaba hacia su familia. A lo largo de los años había ido recogiendo ciertas observaciones hechas por ella, en una especie de Decálogo Personal, Las Diez Mejores Frases de Caroline, y solía utilizar esa recopilación para reforzar sus propias actitudes y añadirles sustancia:
1.      No te pareces en nada a tu padre.
2.      No tienes que pedir perdón por comprarte un BMW.
3.      Tu padre abusa emocionalmente de tu madre.
4.      Me gusta el sabor de tu semen.
5.      El trabajo es la droga que echó a perder la vida de tu padre.
6.      ¡Vamos a comprar las dos cosas!
7.      Tu familia tiene una relación patológica con la comida.
8.      Eres un hombre increíblemente guapo.
9.      Denise está celosa de lo que tienes.
10.  No hay absolutamente nada útil en el sufrimiento.

Llevaba años y años suscribiendo ese credo, se había sentido deudor de Caroline por cada una de las frases, y ahora empezaba a preguntarse qué era lo que había de cierto en ellas. Quizá nada.»


«Se le ocurrió pensar a Gary, mientras la joven planificadora inmobiliaria se apoyaba en él para permitir que un amasijo de asfixiante humanidad abandonase el ascensor, mientras la chica apretaba la alheñada cabeza contra sus costilla, con más intimidad de la rigurosamente necesaria, que otra de las razones por las que había guardado a Caroline durante los veinte años que levaban casados era el crecimiento permanente de su aversión al contacto físico con otros seres humanos. Desde luego que estaba enamorado de la fidelidad; desde luego que la adhesión a los principios le producía subidas eróticas; pero entre su cerebro y sus pelotas podía haber algún cable que estuviese soltándose, porque mientras desnudaba y violaba mentalmente a aquella pelirrojita, en lo que más pensaba era en lo atestado y lo poco desinfectado que hallaría el enclave de su infidelidad –un trastero de bacterias coliformes, algún establecimiento hotelero con semen seco en las paredes y en las colchas, el febrilgatopulgoso asiento trasero del adorable Volkswagen o del no menos adorable Plymouth que sin duda poseería ella, la moqueta de pared a pared, atiborrada de esporas, del juvenil apartamento cajita que tendría en Montgomeryville o en Conshohocken, todo ello supercaliente y subventilado y reminiscente de las verrugas genitales y de la clamidiasis, cada cual a su desagradable modo– y qué enorme trabajo le costaría respirar, qué asfixiante la carne de ella, qué sórdidos resultarían y qué condenados al fracaso los esfuerzos que él hiciera por no ser condescendiente.
Se emancipó del ascensor en el décimo sexto  y se llenó repetidamente los pulmones de aire acondicionado.»

Sinceramente, creo que todo el que piense que Franzen ha escrito sobre sexo, ha perdido la apuesta.

Jonathan Franzen, Las correciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004

lunes, 14 de marzo de 2011

día 1978. “The Corrections”, de Jonathan Franzen, y el “Diario de una traducción”, de Ramón Buenaventura. (IV)

La novela avanza muchas páginas en las que incluyo subrayados para mi uso personal, pero no tiene relevancia para quien lea esto repetir caracterizaciones y estilos. Por ejemplo, nada remarcable hasta que acaba la sección EL FRACASO, dedicada a Chip, con algunas apariciones de su hermana Denise. Por eso no pondré en esta entrada ningún extracto de esa parte.

Es el momento de avanzar el Diario de Buenaventura. Los añadidos que había puesto yo me han parecido superficiales y los quito (eran más una muestra de solidaridad ya que hace muchos (pero muchos) años practiqué ese oficio.

Por tanto, serán extractos del diario y, desde este capítulo 13, que se refiere a errores y problemas concretos, con su permiso del autor creo que será mejor copiarlos enteros (como están en la web del CVC, al alcance de todos, tampoco es un robo muy grave). No solo por la (maldita) gracia que tienen para un profesional, ni porque dan una explicación cabal de los problemas, sino porque además están muy bien, y graciosamente, escritos.



Capítulo 8

«Cuando le faltaban 100 páginas, solo tenía dos o tres consultas que le quería hacer a Franzen, cuando hubiera terminado. El editor le pasó las consultas de los traductores alemán, italiano, finlandés, etc. ¡Más de seiscientas! Él se las había planteado, pero dedicando horas había logrado resolverlas simplemente dedicando tiempo a internet. Tiene a gala no molestar al autor (aunque como autor, agradece las consultas de sus traductores). Esas pocas consultas, aparecerán en el Diario

Capítulo 9

«El caso era que el autor parecía verdaderamente encantado con las preguntas de sus traductores, y la editorial, por si las moscas (que son muy susceptibles, ellas), me aconsejó que yo también enviara mi lista de dudas. Obedecí como el dócil esbirro que soy: logré juntar diez o doce preguntas justificables y se las envié directamente a Franzen, que me contestó a vuelta de correo electrónico. Ningún problema.
Las dificultades —no pequeñas— surgieron después, cuando, a requerimiento del autor, enviamos como muestra las ciento y pico primeras páginas traducidas (aunque en ese momento ya estaba prácticamente terminado el trabajo).

[...]

De todas formas, la respuesta del autor superó con creces las peores predicciones que cualquier Casandra habría podido hacer. Es lástima que no podamos entrar en el pormenor del asunto (haciéndolo aquí incurriría en una traición que no quiero ni debo permitirme). Baste decir que el portero madrileño de la escritora neoyorquina a quien aludíamos en el capítulo 2 merecía un holgado sillón académico, comparado con la asesora del señor Franzen. Hubo que perder el tiempo en necedades como convencer al autor de que en español no es error sintáctico colocar un adjetivo delante del nombre. Al final, la posición firmísima de la editorial bastó para zanjar el problema.»
Capítulo 10
«Pero la discusión dejó secuelas. El autor se reservaba aún más el derecho de revisión de la traducción e imponía, sin discusión posible, una norma que el traductor no consideraba aceptable: quedaba prohibido explicar al lector español nada que él no explicase al lector norteamericano en la versión original. PA no podía ser Pensilvania, ni se admitía explicación para ninguna sigla. Prohibido revelar en dos palabras para qué sirve una medicina que va a tomarse un personaje y que nadie en España conoce. Prohibido aclarar ninguna referencia histórica 100 % norteamericana totalmente indescifrable en Europa.
No hubo más remedio que eliminar todas mis brevísimas apostillas al texto, aun sabiendo que ello perjudicaba mi trabajo y aun temiendo que el lector español me considerara una especie de vago redomado, por no haberme tomado la molestia, al menos, de averiguar qué significaban ciertas cosas. Nada que hacer. Comprendo que en algún caso hubo un exceso de celo por mi parte: no hace falta traducir «it smelled like the inside of a Lexus» por «olía como el interior de un automóvil Lexus», porque la marca es suficientemente conocida en España (mi temor era que el lector español no supiese que hablábamos de un automóvil, porque el contexto no lo aclaraba, y que la frase siguiente, muy dramática, le resultase ridícula). En otros casos, la adaptación al medio español me parecía imprescindible; y, de hecho, estoy convencido de que el libro se habría leído mejor de habérseme permitido mantenerla. Pero no hubo modo.
¿Tiene derecho el autor a inmiscuirse tanto en el trabajo de un traductor? Dependerá, al menos, de dos factores: a) la distancia cultural existente entre el país de origen del libro y el país de recepción de la traducción; b) el conocimiento que el autor tenga del país de recepción. En cuanto al punto a), ya comentamos al principio la profunda extranjería de Las correcciones. En cuanto al punto b), nadie querrá discutirme que el señor Franzen es uno de los escritores norteamericanos que lo ignora todo de Europa, hasta extremos que sería divertido demostrar, si nuestro propósito aquí fuera un análisis del libro, y no una crónica de su traducción.»
Capítulo 11
«De todas formas, honrado será reconocer que el texto enviado al modo corre-corre contenía dos errores graves (que ya estaban corregidos cuando se recibió el informe condenatorio, pero cuya presencia no cabía negar). Dos errores míos de lectura, que nos vendrá bien comentar aquí, por lo que tienen de aleccionadores.
Primero. Había entendido mal una frase del párrafo inicial del libro, «the whole northern religion of things coming to an end», dando «toda la religión nórdica de las cosas que llegan a su fin», cuando lo que está llegando al fin no son las cosas, sino la religión nórdica. Pasa a veces. El traductor traduce lo que cree haber leído y no se para a pensar. Luego, en relectura, se dice uno: «Y este tío ¿cómo habrá escrito una cosa tan carente de sentido?». Etcétera. Hay una regla de oro, muy sencilla: «¡Oh traductor, nunca llegues demasiado pronto al convencimiento de que el autor es imbécil y dice tonterías!» No es imposible, pero asegurémonos siempre.
Segundo. Leí mal un diálogo. Donde Julia dice «I’m feeling good about the fact that it’s the first time in my life I’ve ever acted self-interestedly in a relationship», yo puse lo contrario: que era la primera vez en su vida que había actuado desinteresadamente en una relación (v. pág. 37 de la edición española.»
Capítulo 12

«Una de las facetas más crueles de la tarea truchimana está precisamente en la imposibilidad de la perfección: tarde o temprano, unas páginas más arriba, unas páginas más abajo, aparece un izquierda donde el original pone right o droite.
[...]
Bueno, el caso es que el conflicto con el autor pudo solucionarse y que la traducción se publicó y que el libro obtuvo un notable éxito de crítica y que incluso tres o cuatro de los reseñadores llegaron a mencionar mi trabajo, poniéndole buena nota. (No sé evitarme un comentario entre paréntesis. El gremio de traductores lleva muy mal eso de que los críticos no hablen casi nunca de la traducción en sus reseñas. A mí, en cambio, esa abstención me parece un primor de honradez, en muchos casos, cuando el crítico no puede, ni sabe, ni quiere leer la obra en el original. Sería, en el mejor de los supuestos —que pudiera y supiera y quisiera—, leer dos veces, con lo mal de tiempo que andamos todos… No, en serio, hay ocasiones en que uno se siente ridículo. Hace años, formé parte de un jurado que otorgó el premio nacional de traducción a la versión española de una refulgente joya de la literatura china. Trabajo muy meritorio, sin duda, dignísimo de aplausos y de premios, sin duda; pero que, sin duda, los miembros del jurado de ninguna manera podíamos valorar. Si el traductor se hubiera inventado un texto y le hubiera puesto el título del clásico chino, como a chinos nos habría podido engañar. Y conste que no me declaro inocente, porque yo también voté por el chino).

Capítulo 13

«Dejando aparte ciertos problemas con los nombres de árboles del primer párrafo, resueltos a base de Internet y de enciclopedias botánicas (la mejor solución, cuando se puede, es buscar, a partir del inglés, el nombre latino del árbol o planta, y comprobar a qué equivale en español), la primera pregunta que plantea uno de los traductores se aplica a la frase «there were chairs and tables by Ethan Allen» (pág. 15), donde el hombre no sabe si el mencionado señor es el soldado revolucionario del siglo XVIII o algún diseñador moderno. Servidor de ustedes, en vista de http://www.ethanallen.com/, ni siquiera se había planteado la duda. Quizá habría encajado bien aquí una pequeña orientación, porque Ethan Allen es un fabricante de muebles sólidos y duraderos, pero no elegantes, dato que, conocido, habría contribuido a que el lector español también fuera haciéndose en la cabeza la imagen de la pareja protagonista. En nada pecaminoso habríamos incurrido si hubiésemos puesto «sólidas sillas y mesas de Ethan Allen»; pero recuérdese que el autor prohibió rotundamente toda explicación que no estuviera en su texto.
El siguiente momento de embarazo viene cuando Franzen habla de «the brick palisades of the East River waterfront» (pág. 30). En efecto, palisade nos remite a empalizada, pero ésta, en castellano, en italiano o en francés, sólo puede ser de madera. Dejándome llevar por la leve excusa que me brindaba la acepción 2.ª de la palabra en DRAE (‘defensa hecha de estacas y terraplenada para impedir la salida de los ríos o dirigir su corriente’), opté por traducir «empalizadas de ladrillos». Me equivoqué, por gandul: si hubiese consultado el Webster, habría aprendido que en el inglés norteamericano palisade puede también ser acantilado. Y habría quedado mucho mejor traduciendo «los acantilados de ladrillo». Mea culpa.»

Capítulo 14
Una «HMO» (pág. 33) es una Health Maintenance Organization, es decir una aseguradora sanitaria, pero de las que no incluyen la libre elección de médico (según el Webster, confirmado por el autor). Otra pincelada a los personajes, cuya situación económica es saneada, pero no especialmente brillante: no les alcanza para pagarse un seguro de primera calidad. El lector español se quedará sin el detalle, porque el traductor no está autorizado a explicarlo.
Me salí con la mía, en cambio, en «by getting out of bed much earlier than his grad-school classmates, who slept off their Gauloise hangovers until noon or one o’clock» (pág. 48), donde pude colar cigarrillos entre «sus resacas» y «Gauloise». Por descontado que a un español que lee Las correcciones no hace falta explicarle que Gauloise es una marca de cigarrillos, pero en este párrafo me preocupaba el desconcierto que pudiera provocar la combinación de un vocablo como resaca —directamente vinculado con el alcohol, en este contexto— con una palabra en francés; que, además, ateniéndome a la normativa ortográfica vigente, tendría que haber escrito con minúsculas y en plural: gauloises.
«His back patio overlooked a waterway known to college administrators as Kuyper’s Creek and to everybody else as Carparts Creek» (pág. 51). Aquí, afortunadamente, el supresor de explicaciones debía de andar modorro, porque se le pasó eliminarme la apostilla: «Su patio trasero daba a una corriente de agua que los regidores del college conocían por el nombre de Kuyper’s Creek, pero que todo el mundo llamaba Carparts Creek, es decir riachuelo de las piezas usadas de automóvil». Tampoco es que el dato sea imprescindible para la recta interpretación de la existencia humana en este mundo, pero, al menos, sirve para que el lector español se haga una idea de que aquello era un desastre de feo y de sucio.
Capítulo 15
Hubieron de enfrentarse, todos los traductores, con una tienda especialísima, que más parecía dedicada a vender objetos para jíbaros —o sombreros— que a ninguna otra cosa: head shops. Bueno. Nada especialmente difícil, para un sesentero como servidor, porque está bien claro, por el ambiente que nos describe el autor, que esos heads a quienes se sirve en tan dignos establecimientos son pura y simplemente unos caballeros muy excesivos en la veneración de santa Juana la Verde. Pero conste que la cosa tenía su miga.
Gran discusión entre los traductores motivó también el nombre de un curso que imparte uno de los personajes en el college donde trabaja (desesperado y ligón, como todos los profesores de esta escuela novelística norteamericana, cultivada precisamente por profesores que se avergüenzan de los demás profesores): Consuming Narratives. Aquí, en realidad, daba lo mismo qué se tradujera, con tal que el título resultara burlón de la tendencia académica (minoritaria, pero espesa y abundante) a poner las modas por encima de la ciencia. Yo le añadí un «Introducción Teórica» al asunto, para cundirle el ridículo. El italiano proponía «Comprensione del Messagio». Ya ven.
Luego venía el más practicado de todos los deportes de taberna y bar, tras los chinos: el foosball, que, en fin, viene en el Webster, pero que algún traductor no encontraba por ninguna parte: futbolín, claro. Seguramente del alemán Tischfussball, fútbol de mesa. Podemos añadir aquí una nota curiosa, que servirá de consejo: todos tendemos a pensar que las palabras raras no van a venir en los diccionarios, y para localizarlas acudimos a cualquier otra fuente; pero hay lexicones, como el Webster, donde se encuentra prácticamente todo.
Capítulo 16

¿Recuerdan ustedes la moda trapecio? Sucedió por los años sesenta, y consistió en meter a las mujeres (tipo Audrey Hepburn: delgaditas) en vestidos cuyo diseño se acoplaba a una línea horizontal a la altura de los hombros y otra línea horizontal, muchos más larga, en el borde inferior de la pollera (homenaje a Argentina que, de paso, me ahorra la cacofonía larga/falda). Un trapecio. La obra solía rematarse con un sombrerito de sinóloga aficionada. Y ahí tienen ustedes una de las dificultades que se derivan de la juventud: no se acuerda uno de esos detalles tan antiguos, y tiene que preguntarle al autor por el significado de trapeze dress. Transcurrido un tiempo —cuando ya no vivamos los vivos depósitos de cultureta siglo XX—, la edición crítica de The Corrections requerirá una nota a pie de página. Como ahora albatara, más o menos.
Lo que viene a continuación es para nota: «At the weekly farmers’ market near D—— he loaded up on heirloom tomatoes, white eggplants, and thin-skinned golden plums. He ate arugula (“rocket,” the old farmers called it) so strong it made his eyes water, like a paragraph of Thoreau». Dejando aparte la cocecita a Thoreau, y admitiendo que «white eggplants» no va más allá de berenjenas blancas, y que las «thin-skinned golden plums» bien podrían ser ciruelas doradas de finísima piel, y que arugula se puede encontrar en internet, donde los sabedores, en español, la llaman ruca, nos quedan los «heirloom tomatoes». Los tomates de herencia o legado. «Hizo una buena provisión de tomates como los de toda la vida», puse yo, y coincidí con la explicación dada por el autor a los traductores que le preguntaron al respecto. En los mercados españoles tiende a hablarse de productos ecológicos, pero no es exactamente lo mismo: el tomate de toda la vida es el de los tiempos en que no se practicaba la biogenética, ni había híbridos. (Entre paréntesis: habrán ustedes observado que traduje «thin-skinned» por de finísima piel. No es raro que, como traductor, a veces me sienta obligado a hinchar el adjetivo, que en español puede quedar flojo sin hipérbole. Por supuesto que she’s a beautiful girl puede traducirse por es una chica guapa, pero —me parece a mí— el inglés quiere decir algo más con esa frase. Quiere decir es una chica muy guapa. Porque una chica guapa, así, a secas, en español más bien suena a callito disimulado).
Jonathan Franzen, Las correciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004

viernes, 11 de marzo de 2011

día 1979. Cathay en Personae



De los libros que componen el volumen, he querido elegir uno. Por la cantidad de marcas que puse en la lectura, tenía que ser este, Cathay. No era la primera vez que incluía traducciones como obra propia; sin ocultar en qué obra se había basado, la usaba como punto de dar un salto más. Pero en Cathay fue especialmente criticado: Pound no sabía chino y se basó en las notas tomadas por Ernest Fenollosa publicadas y, también, en las que le pasó la viuda. Filológicamente, fue acusado de infinidad de errores; lógicos por que Fenollosa, que es el origen, aprendió chino en Japón. Sin embargo, jueces competentes de la poesía china e inglesa consideran esta obra de Pound entre las mejores traducciones de la poesía china a la inglesa (ver en Wikipedia).

El libro, editado en 1915, empieza con esta nota: «La mayor parte procede del chino de Rihaku (Li Po), de las notas del difunto Ernest Fenollosa y de las interpretaciones de los profesores Mori y Ariga».

Tres poemas se refieren a la soledad, el dolor y la falta de destino heroico de los soldados de a pie.

De CANCIÓN DE LOS ARQUEROS DE SHU

Whe we set out, the willows were dropping with spring,
We come back in the snow,
We go slowly, we are hungry and thirsty,
Our mind is fuul of sorrow, who will know of our grief?

De Bunno, aprox. 110 a.C.

(Cuando partimos, los sauces se doblaban con la primavera, / regresamos con nieve, / avanzamos con lentitud, tenemos hambre y sed, / nuestro ánimo está apesadumbrado, ¿quién sabrá de nuestro dolor?).


De LAMENTO DEL GUARDIA DE FRONTERAS

Sorrow to go, and sorrow, sorrow returning,
Desolate, desolate fields,
And no children of warfare upon them,
            No longer the men for offence and fefence,
Ah, how shall you know the dreary sorrow at the North Gate,
With Ribuku’s name forgotten,
And we guardsmen fed to tigers.

De Rihaku

(Dolores al ir y dolores al volver. / Desolados, desolados campos, / y sin niños huérfanos en ellos, / sin hombres ya para ataque y defensa. / ¿Ah!, si pudieras saber del lúgubre dolor en la Puerta del Norte, / ya olvidado el nombre de Riboku, / y nosotros, los guardias, pasto de los tigres).

De SUREÑOS EN UNA TIERRA GÉLIDA

Lice swarm like ants over our accountrements,
Mind and spirit drive on feathery banners,
Hard fight gets no rewarsd,
Loyalty is hard to explain,

(Enjambres de piojos, como hormigas, cubren nuestros vestidos, / Mente y espíritu sustentan banderas imperiales. / Una dura batalla no ofrece recompensas. / La lealtad es difícil de explicar).

Hay poemas sobre la soledad de la mujer.

De EL HERMOSO ATAVÍO

And she was a courtezan in odl days,
And she married a sot,
Who now goes drunkenly out
And leabez her too much alones.

De Mei Sheng, 140 a. C.

(Fue cortesana en otros tiempos, / y se casó con un bebedor / que ahora sale a emborracharse / y a ella la deja demasiado sola.)

Poemas sobre el canto y la valoración de la caída, como otro evento de la vida.

De POEMA JUNTO AL PUENTE DE TEN-SHIN

At morning there are flowers to cut the heart,
And evening drives them on the eastward-flowing waters.
Petals are on the gone waters and on the going.
            And on the back-swirlings eddies,
But to-day’s men are no the men of the old days,
Though they hang in the sameway over the bridge –rail.
[...]
Night and they are given over the pleasure
And they think it will last a thousand autumns.

De Rihaku

(Al alba hay tantas flores que se te parte el corazón, / y por la tarde flotan en las aguas que fluyen hacia el este. / Hay pétalos en las aguas idas y en las que se están yendo, / y en los remolinos que las hacen volver, / pero los hombres de hoy no son los hombres de ayer, / aunque se asomen a la barandilla de la misma manera. //// Noche y día se entregan al placer / y creen que esto habrá de durar un millón de años).


También hay algunos poemas sobre la separación del amigo.

De CARTAS DESDE EL DESTIERRO

And if you ask how I regret that parting:
It is like the flowers falling at Spring’s end
            Confused, whirled in a tangle.
What is the use of talking, and there is no end of talking,
There is no end of things in the heart.

De Rihaku

(y si preguntas cuánto lamento esta partida: / es como cuando, al acabar la primavera, caen las flores / confusas y arremolinadas. / Para qué sirve hablar; hablar no tiene fin, / los asuntos del corazón no tienen fin)

Ezra Pound, Personae, traducción de Jesús Munárriz y Jenaro Talens. Editado por Poesía Hiperión (nº 367). Basado en la edición para New Directions de 1990 preparada por Lea Baechler y A. Walton Litz

martes, 8 de marzo de 2011

día 1980. Personae de Ezra Pound. Sus poemas de Londres (1912-1920)

Aunque lo he entremezclado con otras lecturas, he dedicado los últimos días a esta edición de los poemas breves de Pound, un librote que se cobra en tiempo su valor. Los poemas de pueden fechar en el tiempo que estuvo en Londres, de 1912 a 1920, cuando se fue a París y dedicó ya su tiempo a Los Cantos y a obras de crítica y de traducción. La “Nota al texto” del libro, aclara todos los cambios que ha sufrido. Publicado finalmente en 1926, llevaba esta nota introductoria: «Edición hasta la fecha de todos los poemas de Ezra Pound exceptuando los inacabados cantos». Pero la Nota dice que eso es engañoso, porque Pound había hecho una rigurosa selección entre los poemas de sus primeros siete volúmenes, quitando los más endebles; pero también por otras razones, como la inconveniencia. Esa edición tuvo cinco más, hasta que fue asumida por la editorial New Directions en 1949. En el 52, Faber and Faber publicó una edición británica de la de 1949. Y en 1990, New Directions publica la edición, de momento definitiva, preparada por Lea Baechler y A. Walton Litz, que es la que he leído en versión bilingüe, en Hiperión, traducida por dos grandes poetas, Jesús Munárriz, que es el director de la Colección, y Jenaro Talens. Aunque es imprescindible si no se lee inglés, la traducción es muy útil si se puede leer en inglés. Porque además de transmitir, los poemas de Pound “suenan” y perderse ese sonido es mala cosa si se puede evitar. Hay que tener en cuenta, además, que si Pound adelgazó esos “poemas completos”, las sucesivas ediciones no han dejado de “engordar” el conjunto.

La sensación es la de que se ha leído todo, y en unos años en los que cambió mucho desde que llegó y, como dice la Wiki: «La primera poesía de Pound estuvo influida por los poetas del siglo XIX (especialmente los prerrafaelitas), la literatura medieval y la filosofía ocultista y mística neo-romántica. Cuando se trasladó a Londres, echó mano de las lenguas y de las formas poéticas arcaicas en un intento por rehacerse como poeta».

A mí me han calado tres cosas, una vez conocidas las armas con las que contaba: la seriedad con la que se tomaba el oficio de poeta; la facilidad de “apropiación” del trabajo de otros, que no hay que considerar como robo sino como una experimentación (por ejemplo, en Catay); y la atención a todo tipo de pensamientos e historias, que le prepararon para su obra grande posterior. Me limito a transcribir algunos (pocos) de los subrayados, en un intento de marcar las líneas que más me han afectado.


Lo the fair dead!
No more desire flayeth me,
No more for us the tembling
At the meeting of hands

(¡Ved a la hermosa muerta! / Se acabó el deseo que me azotaba, / se acabaron los estremecimientos / al unir nuestras manos)

AND THUS IN NINIVEH
Aye! I am a poet and upon my tomb
Shall maidens scatter roses leaves
An men myrtles, ere the night
Slays day with her dark sword.
[...]
It is, Raana, that my song rings highest
Or more sweet in tone than any, but that I
Am here a Poet, that cloth drink of life
As lesser men drink wine.

(¡Ay! Soy un poeta y sobre mi tumba / las doncellas esparcirán pétalos de rosa / y mirto los hombres, antes de que la noche / ponga término al día con su oscura espada [...] No es que mi canción, Raana, resuene más alto / o con tono más dulce que las otras, sino que yo /aquí soy un Poeta, que bebe de la vida / como otros más pequeños beben vino.)

THE ALTAR
Let us build here an exquisite frienship,
The flame, the autumn, and the green rose of love
Fought out their strife here, ‘this a place ow wonder;
When these have been, meet ‘tis, the ground us holy.

(Edifiquemos aquí una amistad exquisita, / la llama, el otoño y la rosa verde del amor / libraron su batalla aquí, en este lugar de maravilla; / donde estuvieron, donde se encontraron, es ya tierra sagrada).

De AU JARDIN
[...] Wll, thee si not use your loving me
That way. Lady
For I nothing but songs to give you.
I am set wide upon the worlf’s ways
To say that life es, some way, a gay thing,
But you never string two days aupon one wire
But there’ll como sorrow of it.

(Bien, es inútil que me améis / de esta forma, Señora; / pues solo tengo canciones que ofreceros. / Me enfrento abiertamente a los designios del mundo / para decir que la vida, de algún modo, es algo alegre, / pero no enhebras nunca dos días en un alambre / sin que por ello provenga algún dolor).

TENZONE
I beg you, my friendly critics,
Do not set about to procure me an audience.
I mate with my free kind upon the crags;
the hidden recesses
Have heard the echo of my heels,
in the cool lihgt,
in the darkness
(Os ruego, amistosos críticos míos, / que no intentéis conseguirme una audiencia. / Convivo con mi libre especie sobre los riscos; /los escondidos nichos / han escuchado el eco de mis talones, / en la fría luz, / en la oscuridad).

A PACT
I make a pact with you, Walt Whitman–
I have detested you long enough.
I come ti you as a grown chid
Who has had a pig-headder father;
I am od enough now to make friends.
It was you that broke the new wood,
Now is a time for carving.
We have one sap and one root–
Let there be commerce between us.

(Hago un pacto contigo, Walt Whitman: / te he detestado ya lo suficiente. /Vengo a ti como un niño crecido / que tuvo un padre cabezota; / ahora ya tengo edad de hacer amigos. / Fuiste tú quien cortó los nuevos troncos / y ahora es el momento de tallarlos. /Tenemos igual savia y la misma raíz, / vamos a hacer un trato entre nosotros).

FURTHER INSTRUCTIONS
Come, my songs, let us express our basses pasions,
Let us express our envy of the man with a steady job and no worry about the future.
You are very idlem may songs.
I fear you will como to a bad end.
You stand abour in the streets,
You loiter at the corners and bus-stops,

You do not even express our inner nobilities,
You will como to a very bad end.

And I?
I hace gone half cracked,
I have talked to you so mucha that I almost see you about me,
Insolent little beasts, shameless, devoid of clothing!

But you, newest song of the lot,
You are not old enough to have done much misgchief.
I will get you a geen coat out of China
With dragons worked upon it,
I will get you the scarlet silk trouseres
From the statue of the infant Christ in santa Maria Novella,
Lets they say we are lacking in taste,
Or there no caste in this family.

(NUEVAS INSTRUCCIONES. Venid canciones mías, expresemos nuestras más bajas pasiones / expresemos nuestra envidia hacia el hombre con empleo seguro y sin preocupaciones por el futuro. / Sois muy ociosas, canciones mías. / Me temo que acabaréis muy mal. / Andáis por las calles, / holgazaneáis en las esquinas y en las paradas de autobús, / no hacéis nada de nada. // Ni siquiera expresáis nuestras noblezas interiores, / acabaréis mal, sí, muy mal. // ¿Y yo? / Estoy medio chiflado, / he hablado tanto con vosotras que casi os veo a mi alrededor, / ¡insolentes y desvergonzadas bestezuelas, totalmente desnudas! // Pero tú, la canción más reciente del lote, / no eres lo bastante antigua para haber hecho mucho daño, / te regalaré una chaqueta verde de China / con dragones bordados , / te regalaré los pantalones de seda escarlata / de la imagen del Niño Jesús en Santa maría Novella, / no sea que critiquen nuestra falta de gusto / o afirmen que no hay nobleza en esta familia).



Ezra Pound, Personae, traducción de Jesús Munárriz y Jenaro Talens. Editado por Poesía Hiperión (nº 367). Basado en la edición para New Directions de 1990 preparada por Lea Baechler y A. Walton Litz

martes, 1 de marzo de 2011

día 1981. “The Corrections”, de Jonathan Franzen, y el “Diario de una traducción”, de Ramón Buenaventura. (III)


El Diario

Nota: en la parte de la novela, iré refiriéndome a secciones y subsecciones, contando a veces un resumen de la trama. Es una manera de acompañar el Diario y cuando este termine todos los tonos de la novela estarán bien explicitados sin referirme a su totalidad. Yo no lo consideraría un “spoiler”; pero al que no le gusten esas cosas, mejor que lea solo los extractos y no lo que yo escribo.

En los capítulos 4-7, Buenaventura traza una lista de las herramientas y materiales (incluso el hardware y el software, que no transcribo). Me parece una lista interesante, porque da la medida de cómo esta profesión se basa en la capacidad y facilidad de búsqueda. También la prioridad de internet sobre los libros de referencia en papel. En mi caso, escribo ahora teniendo delante una librería de dos metros ocupada de arriba abajo por esos “libros de referencia”, y otra igual a mi espalda. Hace años que no los he utilizado; aunque me sigo negando a la sugerencia “sensata” de que me libre de ellos.

Capítulo IV del Diario

Una vez puesto en marcha el proceso de absorción del texto ajeno, para en seguida identificarnos con él hasta el punto de ser capaces de escribirlo en otra lengua, gran parte de lo que ocurre es inconsciente o intuitivo, pero otra parte es puro trabajo, metódico y rutinario. [...] con los diccionarios a mano, con el acceso a internet en guardia permanente. En seguida me di cuenta de que The Corrections iba a obligarme a efectuar cientos de consultas, porque era un libro exótico, un libro en que se nos describe una sociedad norteamericana que apenas concebimos en Europa [...]. Rogué, pues, de la editorial un privilegio que recomiendo a todos los traductores: que me consiguieran el texto inglés en archivo informático. Teniéndolo abierto, me bastaba con cortar y pegar para pasar las consultas a los buscadores o las palabras a los diccionarios virtuales.
Capítulo V del Diario

Hablábamos de la bendición práctica que supone para el traductor el hecho de que la editorial le facilite en archivo informático el texto a traducir. Mencionábamos la mayor o menor automatización de las consultas —dependiendo del software con que trabaje cada cual—. Añadiremos ahora lo más importante, al menos para mí: la posibilidad de localizar en unos segundos cualquier fragmento del original. Todo traductor tropieza, tarde o temprano, con una palabra o una frase que ya ha traducido antes, en el mismo texto, y que ahora debe traducir igual.
Se trata, en suma, de un favor que las editoriales deberían hacernos a los traductores siempre que nos enfrentaran a un texto lo suficientemente importante como para justificar el gasto adicional (que tampoco es de miles de dólares, no exageremos). Lo cierto es que los traductores, en los últimos veinte años, hemos ahorrado muchísimo dinero a las editoriales, porque les servimos el texto ya picado. [...] No estaría de más que nos devolvieran parte del favor facilitándonos el trabajo con elementos adicionales como el que aquí nos ocupa.
Capítulo VI del Diario

Lo anterior me invita a abrir otra disquisición, no del todo inútil (esperemos). Conviene que ustedes sepan —para mejor comprensión de lo que luego vendrá— con qué herramientas me enfrenté a The Corrections:
·                    Diccionarios:
o                   The Compact Edition of the Oxford English Dictionary.
o                   Shorter Oxford English Dictionary.
o                   Diccionario Oxford Inglés-Español, Español-Inglés.
o                   Merriam Webster On Line: http://www.m-w.com/
o                   Acronym Finder: http://www.acronymfinder.com/
o                   Dictionary.com: http://dictionary.reference.com/
o                   Idiom Site: http://www.idiomsite.com/
o                   Whatis.com: http://whatis.techtarget.com/
Capítulo VII del Diario

(viene del capítulo anterior)
o                   Yourdictionary.com:
http://www.yourdictionary.com/
o                   The American Heritage Dictionary:
http://www.bartleby.com/61/
o                   La página del español:
http://www.el-castellano.com/dicciona.html (importantísima para la localización de glosarios especializados).
o                   Eurodicautom: http://europa.eu.int/eurodicautom/
o                   One Look Dictionary Search: http://public.onelook.com/
o                   Todo trenes. Diccionario:
http://www.todotrenes.com/Diccionario/verFicha
Diccionario.asp
(imprescindible en The Corrections, cuyo personaje principal es un técnico de ferrocarriles en pleno padecimiento de su jubilación).
o                   Diez o quince diccionarios especializados más, todos ellos virtuales: cocina, golf, financiero, médico, marinero, musical... El original cubre una gama de intereses y conocimientos verdaderamente amplia y bien investigada por el autor.
·                    Y, por supuesto, los buscadores, entre los cuales destaca ahora, por su fiabilidad, rapidez y eficacia, el que todos sabemos, es decir Google (http://www.google.com/).
Conviene añadir que, en mi experiencia, el material en línea hace hoy en día casi completamente prescindible todo el aparato de referencia que uno ha ido reuniendo con los años. No es cosa de presentarles a ustedes una lista, pero creo disponer de un material de consulta verdaderamente envidiable, en cuatro idiomas principales. Pero a) varios de estos textos están ya disponibles en versión virtual; b) con un poco de malicia y un mucho de experiencia, no hay casi nada que no pueda encontrarse en internet. De modo que mis libros gozan, ahora, de una muy regalada existencia de dolce far niente.

La novela

2ª sección: El fracaso (p. 23)

Primera subsección (pp. 25 47): Chip Lambert y sus padres (cómo los ve) cuando pasan por NY para hacer desde ahí un crucero; sus tres fracasos: profesional, amoroso, artístico; al final aparece su hermana Denise.

Cualquiera que los hubiera visto apartar los ojos de los neoyorquinos de pelo oscuro que los adelantaban a toda prisa, cualquier que se hubiera fijado por un momento en el sombrero de fieltro de Alfred ... o en los pantalones de lana amarilla que cubrían la cadera dislocada de Enid, se habría percatado inmediatamente de que venían del Medio Oeste y de que estaban intimidados. Para Chip Lambert, que los esperaba al otro lado de los controles de seguridad, eran, sin embargo, un par de asesinos. [p. 25]
... Fuera cual fuera el caso, a Chip le resultaba horrorosa la facilidad con que sus padres se avenían a convertirse en vectores de la publicidad comercial), antes de echarse las bolsas al hombro y asumir el peso de ver el aeropuerto de LaGuardia y la ciudad de Nueva York y su vida y su ropa y su cuerpo con los ojos decepcionados de sus padres. [pp. 26-7]

Y, dado que Chip no tenía relación alguna con el Wall Street Journal —la publicación en la que colaboraba si cobrar era el Warren Street Journal: A Monthly of the Transgresive Arts, revista mensual de las artes transgresivas; también había terminado, muy recientemente, un guión cinematográfico, y trabajado a tiempo parcial como corrector de textos legales en Bragg Knutter & Speigh, durante los casi dos años siguientes a su cese como profesor ayudante de Artefactos Textuales en el D– College de Connecticut, a resultas de una falta cometida contra una estudiante, comportamiento al que había faltado muy poco para hacerle incurrir en responsabilidad penal y que sus padres nunca llegaron a conocer, pero que había bastado para poner fin al desfile de logros de que pudiera presumir su madre, allá en St. Jude; les había dicho a sus padres que había abandonado la enseñanza para dedicarse a escribir y, más recientemente, ante el acoso de su madre para que le diera más detalles, mencionó el Warren Street Journal, nombre que su madre oyó mal y del que instantáneamente empezó a alardear delante de sus amigas [pp. 27-8]

El problema de Chip era haber perdido la confianza, atrás quedaban los días en que pudo permitirse épater les bourgeois. Dejando aparte su apartamento en Manhattan y su muy agraciada chica, Julia Vrais, ahora no poseía casi nada capaz de convencerlo de que era un hombre adulto en buen estado de funcionamiento, ningún logro que comparar con los de su hermano, Gary, que era banquero y tenía tres hijos, ni con los de su hermana, Denise, que con treinta y dos años era jefa de cocina de un restaurante de primera categoría recién inaugurado en Filadelfia. [30-1]

Pero la chica, Julia, lo abandona la mañana misma de la llegada de sus padres. Y trabaja donde le habían encargado el guión, que parece no haberle gustado.

Julia se volvió al ascensor y no contestó.
–¿Has llegado ya al final? –le preguntó Chip.
–Mira, Chip –soltó ella penosamente, tu guión empieza con una conferencia de seis folios sobre la ansiedad fálica en el teatro de la época Tudor.
Le constaba. De hecho, llevaba semanas despertándose casi todas las noches antes del alba, con el estómago revuelto y los dientes apretados, para a continuación enfrentarse con la tremebunda certeza de que un largo monólogo erudito sobre el teatro de la época Tudor no tenía sitio en el acto primero de un guión comercial. [p. 38]

De modo que ahí se quedó, sin hacer nada, mientras el semáforo se ponía verde y el taxi de Julia iba desapareciendo de su vista. La lluvia blanqueaba la acera con sus gotas de apariencia infecta. En la acera de enfrente, una mujer de piernas largas, embutidas en un par de vaqueros y luciendo unas botas negras de excelente calidad, acababa de bajarse de un taxi.
Que aquella mujer fuera su hermana pequeña, Denise –es decir, que fuera la única mujer atractiva de este planeta en la que no podía ni quería festejar los ojos, figurándose que se la tiraba–, no le pareció sino una mera injusticia más en aquella larga mañana de injusticias. [p.44]

Segunda subsección, pp.47-87: Chip sigue siendo el objetivo de la relación. Primer flashback para explicar a Chip antes del fracaso, cuando se apoyaba para el futuro en que la ineptitud de la profesora que le podía hacer sombra y en la devoción que le tenía el director del college. Su mejor alumna, Melissa, a la que no le deja avanzar en lo físico, le da un revolcón dialéctico en los últimos 15 minutos de clase del semestre (algo empieza a torcerse); deprimido se va de vacaciones a Edimburgo: soledad física, la paradoja de la soledad del hombre; resto de vacaciones, vida sana; Shakespeare y poesía renacentista son sus temas para el semestre de otoño; Melissa redobla sus esfuerzos; se acuestan; van a pasar los días de Acción de Gracias en un hotel frente al mar, pero ella le compra Mexican A: la primera pastilla le da una urgencia y paran en un motel. Pasarán ahí las vacaciones, a base de una pastillita al día (él); el último, sin pastilla, cae en desconfianza a sí mismo. Entre tanto, dos noticias inquietantes: la profesora incompetente ha escrito un libro famoso; el director que le apoyaba tiene un ataque y decide abandonar el college.

Las acusaciones de Melissa le habían llegado al alma. Nunca había comprendido en todo su alcance hasta qué punto se había tomado en serio en mandato paterno de hacer algo “útil” por la sociedad. Ejercer la crítica de una sociedad enferma, aunque nada se consiguiera mediante la crítica en sí, siempre le había parecido un trabajo útil. Pero si la supuesta enfermedad no era tal enfermedad, si el gran Orden Materialista de la tecnología y del apetito consumista y de la ciencia médica estaba en realidad contribuyendo a que viviesen mejor los oprimidos de antaño, si solo los varones blancos heterosexuales, como Chip, se sentían a disgusto dentro de ese Orden, entonces no quedaba ni la más abstracta utilidad que atribuir a su esfuerzo crítico. Por decirlo en las palabras de Melissa, todo era una chorrada detrás de la otra. [p. 64]

—Hasta luego —dijo, casi mirando a Chip.
Este, mientras, no sabía qué pensar, no sabía si Melissa er una persona inmensamente bien ajustada o seriamente desequilibrada. Oyó el ruido de la puerta del taxi, oyó la aceleración del motor. Se acercó a la ventana y alcanzó a vislumbra r el pelo color madera de cerezo por la ventanilla trasera de un taxi rojo y blanco. Decidió que, tras cinco años de abstinencia, había legado la hora de comprar tabaco.
... Era la mañana del Día de Acción de Gracias. Había dejado de neviscar y el sol hacía amago de asomarse. Oyó el chasquido volátil de unas alas de gaviota. La brisa tenía un tacto de plumas y era como si no alcanzase a tocar el cuelo. Chip se sentó en una barandilla gélida y fumó y halló confortación en la inquebrantable mediocridad del comercio norteamericano, en la falta de pretensiones del equipamiento viario, de metal y plástico.


Jonathan Franzen, Las correciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004