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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

miércoles, 25 de mayo de 2011

día 1959. “Todo cuanto amé”, de Siri Hustvedt

A Molinos, sin cuya amorosa
persistencia me habría perdido
este libro imprescindible



Introducción mía (bastante prescindible)
He tardado entre la última entrada y esta. No solo porque es un libro gordito y endiabladamente cambiante. No solo porque en estos días, en Madrid, hay muchos motivos para no hacer lo que tienes que hacer. Sobre todo he tardado porque suelo pasar bastante de la preocupación por estropear un poco la trama, contándola. A mí no me importa que me cuenten los finales, los medios y los principios de las películas y los libros (estoy candado de repetir que “el cómo se hace” me en realidad más de “lo que se hace”). Procuro espoilear lo menos posible, pensando en los demás, pero no me preocupa cuando lo hago. En este caso, sí me preocupaba mucho: es la historia de una deconstrucción de un grupo y, en esos casos, el orden de los factores y el final forman parte más del “cómo” que de la “trama” misma.

Así que el problema que me demora, y al que doy vueltas, es: ¿Cómo diablos escribir de este libro que tanto me ha gustado, sin estropear a los que no lo han leído el gusto de leerlo? Y en esas estamos, pero no puedo retrasarlo más, así que me arriesgaré. El pasado del verbo del título, “amé”, ya indica que es algo que existió y ya no existe: que lo que se cuenta desde un “presente” es algo de hace tiempo, que terminó.

También me ha demorado porque he necesitado de largos paseos rememorando la novela, que reconozco que me sujetó de las solapas de la chaqueta desde el principio. Cuando un texto significa tanto para uno (cuando hay tantas cosas semejantes, que no iguales, a lo que uno ha vivido y sufrido), se pone en marcha una catarata de recuerdos y luego hay que separarlos de lo que relata la novela.

Esa historia de lo que fue es la de un pequeño grupo de amigos, hombres y mujeres. No es peculiar ni extraña. Suele escribirse, dándoles mucha importancia, los amigos del colegio, de la Universidad si se fue a ella (o los primeros años de trabajo, si no): a los amigos de la juventud, más o menos desbocada, como un grupo de crecimiento y conocimiento de la vida. Todos nos sentimos más o menos cercanos a esas historias.

No hay demasiados textos, sin embargo, a un grupo especial de amigos: el que se forja cuando ya hemos iniciado la vida adulta y elegimos por afinidades electivas. Ojo, que aquí no valen los amigos de la empresa, de la casualidad, con los que se sale a divertirse; pero, en cuanto a confianza, no sobrepasan ciertas marcas. No, en estos grupos de afines hechos al principio de la vida adulta, se vuelve a tener la sensación de que son amigos “para crecer”: para compartir estilos de vida, pensamientos, sensaciones, sentimientos... pero sobre todo, se tiene con ellos la sensación de que no somos personas hechas y derechas, de que hay que seguir creciendo con la vida y ellos nos van a ayudar.

Esos grupos existen, aunque no abunden. Y esta es la historia de cómo se forma uno de ellos y cómo se va deshaciendo con la vida. Aunque un “enganche” especial hace que incluso cuando están lejos, sigan manteniendo viva por carta la “necesidad” que tienen unos de otros; aunque ya sean incapaces de dar satisfacción a esa necesidad.

Antes de entrar en faena, y para aclarar el asunto, dado que casi todos, a finales de los 20 o principios de los 30, cuando nos incorporamos a la adultez, formamos un grupo, me gustaría diferenciar los tres tipos de grupos de esos que conozco. Aparte de la frecuencia con la que se ven, hay un signo inequívoco: las fiestas. En el grupo A, las parejas llegan juntas, se mantienen juntas toda las fiesta, con cena, copas, conversaciones y siguen así hasta que se van; en el grupo B, se dividen en corrillos de hombres (para mí insufribles porque hablan de profesión y dinero y, sobre todo, de motores y gadgets electrónicos) y de mujeres. En el grupo C, las parejas que llegan juntas se separan antes de dar tres pasos y los grupos son por motivaciones de interés. Esta novela trata un grupo pequeño del tipo C.

***
Desde dónde se cuenta la historia
La novela está contada por uno de los protagonistas. Nunca sucede una escena aparte, de la que él no tenga conocimiento. Es como cuando cualquiera de nosotros cuenta una historia y solo puede saber lo que ha vivido o lo que otros protagonistas le han contado. Esto, en una novela que contiene muchas características posmodernas, se informa ya en el primer párrafo (p. 9) y se le da un sentido de que lo que es, de lo que significa realmente, contar una historia sobre nosotros mismos, en la página antepenúltima, la 448. Copio esos dos párrafos.

«Ayer encontré las cartas de Violet a Bill. Su dueño las tenía escondidas entre las páginas de uno de sus libros, y al abrirlo cayeron al suelo. Hacía años que sabía de su existencia, pero ni él ni ella me habían hablado nunca de su contenido. Lo que sí me dijeron es que a los pocos minutos de leer la última y quinta carta, Bill cambió de opinión con respecto a su matrimonio con Lucille, salió del edificio de Green Street y se dirigió al apartamento de Violet en el East Village. Yo, mientras las sostenía en la mano, percibí en ellas ese misterioso peso que tienen las cosas que se han visto hechizadas por historias relatadas y vueltas a relatar una y otra vez. Mi vista ya no es tan buena como antes, por lo que tardé largo rato en leerlas, pero al fin conseguí descifrar hasta la última palabra, y cuando terminé con ellas supe que iba a comenzar este libro hoy mismo.» (p. 9)

«Las historias que relatamos sobre nosotros mismos sólo pueden relatarse en el pasado. El pasado se remonta hacia atrás, desde donde ahora nos encontramos, y ya no somos actores de la historia sino espectadores que se han decidido a hablar. En ocasiones, el rastro que dejamos se ve señalado por guijarros como los que Hansel dejaba a su paso. En otras, el rastro desaparece porque los pájaros han descendido al alba y han devorado todas las migajas. La historia vuela sobre las lagunas, rellenándolas con la hipotaxis de un “y” o un “y entonces”. Yo mismo lo he hecho en estas páginas para no salirme de un camino que sé interrumpido por baches superficiales y varios pozos más profundos. Escribir es un modo de localizar mi hambre, y el hambre no es sino un vacío.» (p. 448)
Una pequeña advertencia, como en este comentario oculto más de lo que descubro, he preferido poner solo estos dos extractos, aunque los subrallados deben pasar con mucho del centenar.

***
Los personajes

Leo, historiador de arte con algunos libros publicados, profesor respetado.
Casado con Erica, filóloga investigadora muy centrada en los personajes y el tema de las “palabras atenuadas” de Henry James. Viven moderadamente bien, en una casa limpia y ordenada, del dinero del trabajo de Leo.
Bill, pintor que lleva 10 años pintando sin haber vendido un solo cuadro.
Lucille, casada con Bill, poeta enigmática, centrada casi absolutamente en la poesía. Viven en el estudio de Bill, entre el caos, el desorden y la falta de limpieza. Viven muy modestamente de trabajos menores que los dos hacen (sobre todo Bill).
Violet, modelo de Bill, a la que pinta a veces delgada y a veces muy gorda. Desaparece enseguida para irse a París, para hacer una estudio sobre las “histéricas” del  Hôpital de la Salpêtrière.
Mark, hijo que tienen Lucille y Bill antes de divorciarse (y Bill casarse con Violet)
Matt, hijo de Erica y Leo, de la misma edad que Mark.

Estrucuctura
Tres capítulos: UNO, DOS y TRES, de unas 150 páginas cada uno. El primero incluye 30 escenas; el segundo, 44 escenas; y el tercero, 31 escenas.

Capítulo UNO
Es el período de la formación del grupo. Leo conoce a Bill por casualidad, visita su estudio y le compra el primer cuadro que Bill vende en su vida, con Violet como modelo. Además, convence a su amigo Bernie, galerista de Nueva York, para que vaya al estudio. Bernie se da cuenta enseguida de su potencial, le organiza una exposición y los vende todo. Se queda como su marchante. Puede quedarse con el estudio, que con la llegada de Violet se había vuelto ordenado y limpio en el área de vivir, y comprar un apartamento justo encima de donde viven Leo y Erica. El divorcio no es doloroso, pero Lucille se va a otra ciudad y empieza una sucesión, dolorosa, de llevarse a Mark y devolverlo y volvérselo a llevar.

Pero salvo esto último, es el capítulo del gozo, del crecimiento. Un pintor que va cobrando fama, una mujer que ha escrito un ensayo sobre las histéricas, una mujer que escribe su tesis literaria y un profesor de arte con un famoso libro sobre Parmigianino y, después, dedicado al estudio de las pinturas negras de Goya. Todo resulta interesante, feliz. Contagiosamente feliz, porque desencadena recuerdos propios de creatividad junto a amigos creativos. Es una delicia, al final del capítulo, cuando narra que se van de vacaciones (en los años que los niños tienen 8, 9, 10 y 11 años) a una casa destartalada en un paisaje maravilloso. Los niños se van a un campamento diurno del que los recogen a las 2 del mediodía: hasta que llegan los niños el pintor, pinta; y los demás escriben. Luego conviven todos juntos y por las noches leen cuentos en voz alta. Yo daría cualquier cosa por haber vivido esos veranos con mis amigos.

Lenguaje de los personajes
Ni siquiera mi amiga Di Vagando, incluso su alias más maléfico de Di Vagando rocks, tendrá nada que objetar a que los personajes femeninos hablan como mujeres y son mujeres; y los masculinos, considero que son hombres y hablan y piensan como hombres. Todo, además de interesante, "suena" real.

De la parte del arte
Aquí hay dos vertientes, la de Bill. Siri, la autora, debe conocer magníficamente el medio artístico neoyorquino. No solo las opiniones, bien fundamentadas de Leo, sino la descripción de las 3 exposiciones de Bill, son absolutamente geniales. Desconozco si están basadas en un autor rea (no lo dice) o en un pintor imaginario, pero acabamos conociendo cada una de sus obras como si la tuviéramos delante de los ojos. En ese caso, la autora habría jugado a crear un pintor que no existe, pero con los méritos suficientes para existir y convertirse en uno de los genios. Desde el sillón de lectura, asistimos a exposiciones viéndolo y sabiéndolo todo.

Pero también está la obra conceptual violenta de Teddy Giles, que se ha hecho amigo de Mark en las rave que este frecuenta. Se plantea descarnadamente el valor de esta corriente, pero sobre todo se sospecha que, a pesar de su cara angélica, las obras violentas no queden en una representación de la violencia de la vida americana; sino que interiormente ese modo sea asumido por los jóvenes. En cualquier caso, la presentación, y crítica, de esa corriente artística real resulta imponente.

Pocas veces se lee una novela y te das cuenta de que la próxima vez que vayas al Reina Sofía a ver una exposición estarás en mejor posición para entenderla.


El DOS y el TRES
No podría decir nada de estas partes sin revelar partes de la trama, lo que me propuse no hacer. Baste con decir que en el libro que Leo pretende escribir sobre Bill habla, entre otras cosas de “evanescencias” y que, con la trama del arte y el amor entre ellos, se produce lo que suele exigir la Realidad: las desapariciones. Son capítulos dolorosos, pero ineludibles. Además de leer con el mismo placer que en el capítulo primero, uno se va volviendo más sabio.


sábado, 14 de mayo de 2011

día 1960_b. Heridas: otro poemario más de Jesús Aguado


Antes de decir nada acerca de este tercer poemario de Jesús Aguado, del que hablo consecutivamente, quería resaltar algo que no es una ley de la poesía, pero que he agradecido mucho en él: el sentido unidad de sus poemarios. Normalmente, aparte del que da título al libro, añade otros poemarios, cada uno con su unidad. A veces, me da la sensación que el libro de un autor está formado por “lo mejor” de lo que ha escrito en uno o dos años: en esos casos, aunque haya poemas memorables, al terminar el libro no te quedas con la sensación de plenitud que te da un tema tratado desde todas las perspectivas posibles; incluso, algunas de ellas totalmente contrarias a las otras.

Perdonad que insista, pero también la portada de este libro, de 2004, me encanta por su escueta elegancia.

El primer grupo de poemas del libro, Heridas, da nombre al poemario entero. Lo componen XVI poemas, brevísimos en su mayoría (incluso hay dos de un solo verso). Y habla, claro está, de las “heridas”. Como si la palabra fuera una pregunta y cada poema una respuesta, o una descripción. (O un recuerdo que trae esa palabra).

Copio, enteros, el XI, el XII, el XV y el XVI.

«Cuando cierro los ojos
se cambian de lugar,

pero yo,
abrumado y sonámbulo,
las trato en el que estaban.

Ellas viajan por mí como un tren por la estepa.
Yo estoy paralizado en el dolor.»

***
«Tienen luz propia.

Desde el cielo parezco una ciudad.»

***
«Las que viven adentro
darían lo que fuera por salir
y las superficiales por hundirse:

que al alma la trataran como a un cuerpo
y al cuerpo lo olvidaran en el hueco de un árbol.

Entonces
se curarían sin nosotros,
ajenas a una historia,
                                  a un rostro,
                                                      a una pasión.»

Ésas se curarían tan perfectas
que nunca habrían existido.

***
«Heridas que se curan solas:

mi utopía.»

Viene a continuación un poema largo, con el tema del “desamado” titulado Por qué..., con la estructura de significado de “por qué...” (pasaron ciertas cosas) “si me amabas”. Copio, como representativos del poema, los 13 versos finales.

«Dime por qué me amabas si me amabas
para acabarme así, de cualquier modo,
permitiendo que me desangre
en un lugar oscuro
mientras tiemblo y sollozo y me asfixio despacio
y a tientas
                 cuando tú
no me sientes, ya no,
y por eso no sabes
lo solo que estoy muerto.

Si me amabas

por qué.

Dime por qué me amabas si me amabas.»

Después, un grupo de poemas titulado “Mendigo”, XXIV poemas que responden al título sin la menor ironía: los mendigos son mendigos. Aunque podría ser quien no mendiga, podríamos ser nosotros. Facilita la comprensión la cita inicial de VIMALAKIRTI:

No debes mendigar tu alimento para comerlo, sino para recibir los alimentos que los demás te dan. Deberías recibirlo sin pensar que hay alguien que recibe, alguien que da o algo dado o recibido.

Copio enteros el X, el XII, el XVI, el XIX y el XX

Dos granitos de arroz
se alimentan de mí.

¿Se quedarán con hambre?

***
Esa palabra rota,
la que vas a tirar,
dámela a mí:

                        yo puedo
coserla al corazón de las palomas.

***
Me está grade el jersey.
Me están pequeños mis zapatos.

Ni yo soy de mi talla.

***
La fiebre pone
su manita en mi frente

y me receta globos y cometas.

***
Alguien me va a pegar
mientras esté dormido.

Pobres piedras y palos,
                                   pobres navajas,
                                                           pobres
cadenas y mecheros:

perderán su inocencia
golpeando al vacío.


A continuación, incluye una prosa poética titulada FRAGMENTOS DEL DIARIO DEL POLIZÓN, del que no pondré nada porque nada he entendido (seguro que soy el responsable y que dentro de un par de años este texto me será revelador).

Después, EL NÁUFRAGO RESCATADO, con una gran cita de Ortega y Gasset (demasiado larga para incluirla) y párrafos de dos o tres líneas, encadenados unos con otros, de los que copio algunos.

contra la propiedad colectiva lograda a costa de la miseria individual

***
contra el yo como agente provocador infiltrado en uno mismo con el fin de reducirle a lo que diga un informe,

contra la versión oficial,

***
el náufrago denuncia a la tierra firme como responsable de un exceso de estabilidad a causa de la cual los seres humanos confiamos más en verdades sólidas como bloques de granito en vez de en verdades buceables, profundas, cambiantes y experimentables con todo el cuerpo,

***
el náufrago, en consecuencia, no quiere que nadie le rescate sin su consentimiento, sobre todo si quienes pretenden hacerlo están, más o menos solapadamente, al servicio de los poderes,

***
el náufrago no quiere discutir de política en despachos con aire acondicionado y canapés, porque ya sabe qué clase de decisiones se toman en esas condiciones contra los que no las disfrutan, sino con el agua al cuello, sin hacer pie, con la resaca haciendo de las suyas, con tiburones rondando, y la noche y la borrasca aproximándose del brazo aullando una canción de borrachos,

***
el náufrago se considera un resistente, un emboscado, un apátrida, un contrabandista, un fugitivo, un heterodoxo, un superviviente, un polizón, un desertor,

***
el náufrago no cree en las ideologías, pero sí en los símbolos, en la imaginación, en el amor, en la inteligencia,

***
Alfonsina Storni o Percy B. Shelley se ahogaron por todos nosotros.

Termina el libro con la sección titulada FINAL, que contiene 2 poemas. PELIGROSO (homenaje a Cavafis) y Oración por mis padres. Copio los últimos versos del segundo (porque creo que ese poema lo hemos escrito todos, con esas o con otras palabras).

Sin vosotros me hubiera perdido el Universo,
las ensaladas, los amigos, el otoño en el sur,
los cuentos de vampiros, el sexo en catarata,
los colores, la luz, el humor, los jerseys.
Sin vosotros no hubiera hallado ningún yo para vestirme
y estaría ambulando por la Nada,
un fantasma del No, un círculo intrazado, un vacío vacío.
Os doy las gracias por haberme rescatado del Nunca y del Jamás.
Y le pido a esta mesa
y a la sonrisa de esa niña que juega en el jardín
y al chillido del mono que me exige las sobras
y a la higuera feraz y a las ardillas
y a las nubes lentísimas que aplacan el ardor de mi mirada
y al bolígrafo azul y a la página en blanco
y a los cojines rojos y a los ventiladores:
le pido al mundo y a las cosas que
os cuiden a vosotros tan bien como vosotros me habéis cuidado a mí,
Que os cuiden con el mismo amor que ya os tenía
desde antes de nacer en vuestros ojos.

día 1960_a. Lo que dices de mí, otro poemario de Jesús Aguado


¡Hostis, con perdón! Iba a subir el tercer libro y he visto que el segundo fue tocado por el tsunami de blogger y no está. Es una suerte, que no siempre se da, que lo tengo en un doc, así que subo este (llamándolo día 1960_a) y después el otro, que será día 1960_b.

Otra portada escueta, elegante, que dice lo que tiene que decir (nombre del autor, del libro y de la Editorial) y no echamos nada en falta; y mucho menos en sobra. Es del año 2002.

Está estructurado en dos partes: la PRIMERA PARTE contiene seis secciones; de la I a la V, cada sección es un solo poema. La VI incluye varios poemas, pero están encadenados. La SEGUNDA PARTE es un único y largo poema. Como en el libro del día 1961, la selección de extractos está hecha por una combinación del placer que he recibido y del intento de representar al libro entero.


Parte primera, Sección I
Todas las estrofas, a veces de un solo verso, empiezan con “Lo que dices de mí”, como si se tratara de un mantra.

«Lo que dices de mí
                                eres tú misma,
eres tú de repente bifurcada,
una parte de ti que se queda a tu lado,
otra parte de ti que se viene conmigo»

«Lo que dices de mí me desconoce
del modo más perfecto imaginable»

«Lo que dices de mí lo dices simplemente
con estar en el mundo, lo dice tu deseo,
esa energía pura para hacer paras las nubes»

«Lo que dices de mí me deja solo.»

Parte primera, Sección II
El poema lo forman varios párrafos con forma de prosa.

«Todo recién nacido lleva tatuado un
laberinto y una diana que la vida se
encargará de ir haciendo visible trazo a
trazo.»

«Me has enseñado a ser peligroso para
mí mismo y a ser inofensivo para los
demás.»

«Si no fuera por lo que dices de mí, y
porque me llevas en tu interior como
una madre al feto, mi laberinto estaría
en ruinas: cascotes en vez de muros,
montones de piedras en vez de
elegantes revueltas, ratas comedoras de
ojos en vez de minotauros, polvo en
suspensión en vez de corrientes de aire
fresco filtrándose por las grietas.»


Parte primera, Sección III

«(Algo dice de mí cada ser, cada cosa
que ocurre, todo dice
un aspecto de mí
                            y lo señala,
y quiere despertarlo y que yo aprenda
a llegar hasta el nido donde incuba sus ojos,
y me invita a probarme
                                         esos ojos
a mirar de otro modo lo que soy.)»


Parte primera, Sección IV
Estrofas de dos versos; de tres en dos casos. Repitiendo en el primer verso el mantra “Lo que dices de mí”.

«Lo que dices de mí
dilata su vagina en el arcén
de una autopista en obras.»

«Lo que dices de mí
olfatea mi semen dentro de un espejismo.»


Parte primera, Sección V
Un poema largo, de tal perfección en su esencia, que no puedo ni ponerlo entero ni recortar nada.

Parte primera, Sección VI
Varios poemas que en la forma o en el sentido se encadenan.

«Lo que dices de mí
                                   es un reloj de huellas
que al consultarlo anuncia
la hora en punto de la eternidad.»

«Lo que dices de mí me lleva a la espesura
y me abandona; luego
me canta una canción para orientarme
y canta otra canción para ahuyentar las fieras.
Yo me embarco en su voz hasta que fluye
bajo mis pues un río que me deja a su lado.»

«Lo que dices de mí
pone un mapa en mis manos,
me empuja con dulzura
y me pone en camino en un camino.»


Parte segunda
Un poema largo del que elijo (caprichosamente) algunas estrofas.

«estábamos ahí
sin las palabras
hundidos en la noche como huella en el barro
abrazados e inmóviles como el rayo en el tronco
a salvo del Estar y del Ahí
perros que muerden al extraño que salta el muro de la casa»

«estábamos ahí
sin arcos de palabras sin fechas de palabras
desarmados y solos como el óxido que baja por la verja
sin cepos de palabras sin lazos de palabras
sin tirachinas de palabras
abrazados e inmóviles como briznas de un nido
como una mariposa en el cuerno de un toro
como un cadete muerto en su trinchera
a salvo del Decir y del Nosotros»

«estábamos ahí
entre el bosque y la casa
tras un seto
a salvo del Decir que rompe el espinazo de los gastos
a salvo del Estar que acorrala a los topos
a salvo del Nosotros que acecha a los gorriones
a salvo del Ahí que gruñe al visitantes
a salvo del desfile de palabras que aplastan tulipanes y magnolias»

«lo que dices de mí lo que digo de ti
mejor llévate un chal si te vas a la guerra
otro avión se ha estrellado
tantos mueren de sed y nosotros piscinas y piscinas
minas antipersona en la conciencia
un solo mandamiento es necesario no usarás ya más
pronombres posesivos

estábamos ahí
detrás de los arbustos
o tras el seto
abrazados e inmóviles
como raíz medicinal en ,anos de una enferma
a salvo de los perros de la casa
esperando
esperando
esperando el poema»

miércoles, 11 de mayo de 2011

día 1961. "El fugitivo", de Jesús Aguado



Qué elegancia de portada, ¿verdad? Si puedo cumplir mi propósito de referirme mañana a otro libro de poemas de Aguado, y el viernes a un tercero, comprobaremos todos que una portada no necesita siempre de ilustraciones, fotos o de elementos complicados. Que hay casos en los que “menos es más”.

Este libro contiene una nota de dedicatoria en la página 67: «Este libro está dedicado a Vito Rosado, acogedor e inteligente refugio de fugitivos, a Paco Cumpián, fugitivo contumaz y heroico, y a Chantal Maillard, que es mi punto de fuga y mi fuga de gas y mi estrella fugaz y, simultáneamente, el lugar de origen y el de destino de todas mis fugas.
El poema “El saltador” está inspirado en una serie de cuadros y esculturas de Antonio Sosa, y a él está dedicado».

Por la fecha de edición, 1998, sabemos que Jesús Aguado ha hecho ya varios viajes a India y que reflexiones en esa cultura llegan a este libro, que no habría existido en otro caso: la baraja de la esencia tiene varias cartas marcadas por lo vivido en ese civilización.

En lo formal, al leerlo los dedos teclean la mesa para descubrir alejandrinos y endecasílabos, que ya lo parecían antes de confirmarlo. Contiene también, que no creo que aparezcan en los extractos, varios sonetos. Al menos la métrica, es formal en todo el libro.

La estructura del libro la forman cinco partes, denominadas con números romanos; muy desigual en cuanto al número de poemas que contiene cada una: la mayoría, por ejemplo, en I, mientras que III solo contiene un poema. Hay una última sección, de cuatro poemas, titulada “Poemas fugitivos”.

Solo decir, antes de los poemas, que esta selección, aunque está entre lo me más me ha llamado de inmediato, está hecha sobre todo pensando en qué elegir para dar una idea global del libro.

Poema 1 de la sección I

todo estaba en un punto hasta que vino el tiempo
hasta que vino el expulsado
puso el punto en su honda y lo lanzó
con la fuerza que brota de la nada
una miga de pan que se deshace
una miga de pan que al deshacerse
va creando las aves que las comen
las cuales a su vez necesitan reposo
y originan los bosques de cuyos troncos surgen
los tambores las manos que los tocan
las aldeas que ocultan esas manos
de qué de una manada de fieras cuyos ojos
bailan como armaduras vestidos de satén
rascacielos y calles y navajas

Poema penúltimo de la sección I

aquel que escapa
con un hilo en la mano
de ese mamut furioso que llaman biografía
de ese mamut furioso cuyas pezuñas torpes
pretenden alcanzarme y coserme a una cruz
con un rótulo claro que ponga éste soy yo

Poema último de la sección I

soy el que escapa el fugitivo aquel
al que persiguen sus miradas
sus gustos los paisajes las sillas de su cuarto
sus opiniones y sus libros el café de las siete
la sombra de su cuerpo en primavera
ejército de trenzadores
que urden contra nosotros
una mano y un hilo
mil diseños en forma de bozal
y un índice de lápidas

Poema primero de la sección IV

vamos barriendo todo
una mano y un hilo lo van barriendo todo
miradas opiniones el café de las siete
los tapices de los nudos
los pasajeros y las vías
de tren que cruzan las habitaciones
la casa el guano el cuervo
las aldeas las manos los tambores
los árboles las migas de pan somos

Poema IV de Poemas del círculo (de Poemas Fugitivos)

Un círculo y un ojo que se miran despacio
mientras ruedan inmóviles
la ladera hacia arriba
y aplastan lo más frágil
algo que estaba en ellos y dejaron caer
un punto una pupila
el centro de sí mismos
algo que estaba en ellos y ya no necesitan
pues ya no son palabras o no-palabra
sino tiempo y amor
un círculo incansablemente quieto
que se evadió del punto o centro o Dios
y que ahora lo aplasta en el ahora

Trocitos sueltos de Lección de metafísica (de Poemas Fugitivos)

«Parece que no existes porque tienes
unos labios carnosos y unos dedos
que dibujan el mundo.»

«Me piensas, no me piensas: es lo mismo.
Por ti me piensa el tiempo y el espacio»

«El amor es un cuarto que no existe
donde duerme a resguardo lo que existe.»

«Y el amor es un cuarto que sí existe
donde duerme a resguardo lo que no.»

«(Un poema es un plano que refleja
el justo itinerario hasta ese cuarto.)»

lunes, 9 de mayo de 2011

día 1962. Diarios indios, de Chantal Maillard. Y Dos, extractos de los Cuadernos

Jaisalmer. 1992

«Es difícil llegar a uno mismo. Tal vez porque también es difícil hallarse en situaciones desacostumbradas en las que sentirse absolutamente desamparado.
[...]
Nadie penetra en la profunda oscuridad de sí mismo si no es forzado por las circunstancias». (p 17)

«De lo que hablo es de un regreso a la oscuridad. De lo que hablo es de desnacer». (p 18)

«Los lugares nos quitan y nos dan su fuerza, pero cuando un hombre logra vislumbrar su propio centro, ese hombre se convierte en lugar para sí mismo y para otros seres a quienes presta su fuerza o se la resta.
Quise volver a divisar mis propias murallas, mi ciudad interior, y derrumbar de nuevo sus almenas demasiado fortificadas. Quise sondear sus pozos de agua clara demasiado resguardados, abrir brechas en las torres demasiado erguidas, quebrantar sus bastiones, embestir sus puertas, violentar y escandalizar a sus habitantes. Todo estaba tan tranquilo, tan protegido, que empezaba a dar asco.
[...]
Su material de construcción es el hábito; reconocer es la consigna». (p 22)

«Nadie puede estar iluminado y verse a sí mismo. El ser y el conocer no pueden ser simultáneos si existe una llanura o una línea de horizonte. Ser y conocer simultáneamente sólo es posible en el vacío porque en el vacío no hay nadie» (p 23)

«Siempre venimos de donde estamos. Nunca llegamos a donde estamos». (27)

«Saber que es preciso dejar de indagar –pues es recuerdo y anhelo toda búsqueda y hallar el modo, simplemente, de invertir la mirada». (p 29)


Bangalore. 1996

«Doy lo que me sobre, lo que me pesa, lo que no me hace falta, regalo aquello que ya no me sirve aunque tampoco le sirva a quien lo doy. Le quito los botones al jersey antes de entregarlo: los botones servirán. ¿De qué sirve un jersey sin botones? Ellos no se pondrán mi ropa, ni mis zapatos, no necesitan zapatos, no se ponen esta ropa. Pero me descargo de lo usado, y les niego la moneda que me piden». (p 45)

«Doy lo que me pesa, lo que me sobra, lo que no me hará falta y me llevo su sonrisa burlona a mis espaldas, su desprecio, y ese olor punzante: el olor de su miseria, de su larga miseria». (p 46)

«Aún nos queda la aurora. Esos instantes que huelen a pétalos de rosa, que resbalan por el mundo de los vivos como el jabón sobre la piel de un niño. Nos queda la aurora en las aceras-dormitorio de la India: la guirnalda de flores de una adolescente, apenas despierta, prende en su trenza ante el espejo colgado de la reja de un edificio público, el primer tchai de la mañana –tal vez el único– y el vaso que se limpia en el cántaro, la navaja de afeitar, la improvisada ropa de cama que se convierte en chal o en turbante... listos para otro día respirando el polvo y los gases de los motocarros, respirando, respirando al fin y al cabo». (p 47)


Benarés. 1998-1999
48 ghats

(Los ghats son las escalinatas que bajan hasta el Ganges).

«No he pretendido en estas páginas dar una imagen distorsionada de Benarés. Sólo un punto de vista, o más bien un punto de estar, un punto en el que puede estarse, en el que yo me puse.
[...]
Estos cuarenta y ocho ghats son, pues, cuarenta y ocho estaciones o estancias o imágenes, [...] Cuarenta y ocho imágenes que, como imágenes personales y fugaces, no han llegado a ser morada del corazón, según la imagen utilizada por los sufíes, pero sí estados, fugaces y a la vez permanentes, pequeñas estancias del corazón que se abren cuando vuelvo a abrir las páginas del cuaderno que las retiene» (p 52)

(1) ASSI GHAT
«La soledad no es tanta aquí, donde los ojos apuntan hacia fuera. En Occidente ya no sabemos mirar afuera sin dar el rodeo por ese falso adentro que es la mente. [...] Todo idealismo es consecuencia de una pérdida de inmediatez, [...] Sería recomendable el desmayo. Desmayarse un poco hacia dentro para dar paso, para abrir el cauce, para estrangular el innecesario meandro formado por la acumulación de sedimentos en la cuenca este del cerebro.
[...]
No están solos. Son una comunidad unida en el no-tener». (pp 53-54)

(7) VATSYARAJA GHAT
«Jabón sobre los escalones. Espuma blanca sobre los cuerpos oscuros. El viaje termina en lo concreto. Nada es transcendente». (p 56)

(14) MAHANIRVANI GHAT
«Búfalos y barcas. Los búfalos rumian, tumbados en la arena pisoteada. Las barcas están quietas. Cierro el cuaderno. Protejo lo mejor de mí. Repliego el interés de pintar con la escritura. Ver un búfalo rumiando es ver la tierra estremecerse hacia adelante». (p 58)

(18) PRACHINA HANUMAN GHAT
«Una niña hermosa deposita su sonrisa en las páginas de mi cuaderno y me la llevo. Ella tiene muchas sonrisas. Las lleva bajo su ropa y las despliega a su tempo, sin pensarlo». (p. 60)

(24) CHAUKI GHAT)
«Niños jugando en el polvo de las losas. Niños de polvo. Polvo jugando a ser niños sobre las losas. Brahma jugando a ser polvo. Yo: la losa». (p 62)

(25) KSHAMESHWAR GHAT
«Extraño el ritual de mi escritura, el de la duda, de la epojé, la puesta en cuestión, la tela de juicio, su tejido, los lenguajes inciertos. Preparo mi ofrenda, la pongo en el escalón, frente a mí, en mi cuaderno. Ofrezco mi renuncia al sentido, a todo sentido, mi renuncia a la necesidad de universo. Comulgo con el búfalo en la tensión de su cuello». (p 63)

29.
«Donde dice “Enjoy cCoca-cola” debe decir... ¿cuál será el nombre de este ghat?
Restaurantes, guests houses, escuelas de yoga para extranjeros, sitar training, anuncios para gente rubia y adinerada.
¿Qué hemos hecho?»


Diario de Benarés

«¿Cuáles son los límites del deseo? El mundo ha sido generado por él, la multiplicidad toda entera. La vida es fruto del deseo. Cuando me miras con deseo me haces el regalo más hermoso. Creas el mundo a partir de mí. Si niegas tu deseo me dejas sin recursos, si niegas mi deseo, empobrezco». (p 71)

«Los templos se destruyen igual que las casas. Vuelven a construirse otros, habitados por otros dioses, otras gentes.
Construir es lo que permanece.» (p 73)

«Con frialdad recibo mi propia frialdad. No me creo los sentimientos. No me creo mis senrimientos. ¿Cómo creérmelos? Son como nubes pasajeras. Cambian de lugar al tiempo que yo. Y en el mismo lugar también difieren de sí mismos. Los veo evolucionar y renuncio. Renuncio a la plenitud, a la dicha perpetua del sentir, renuncio al anhelado infinito, aunque presentido a veces, renuncio. Arriba, en superficie, la evolución de los sentimientos; en el fondo una tristeza leve, serena, que tal vez algún día se transforme en paz.» (p 75)

«No hay futuro para el observador. El futuro está articulándose ante sus ojos. Él no participa. Él observa.
No permanecen los sentimientos. Tampoco permanecen las ideas. La voluntad de permanencia tan sólo permanece.» (p 76)

«Ningún sentimiento perdura en mí. Tan sólo la sensación de un hueco. Una ausencia como agua negra a la que me asomo y en la que veo reflejado lo que soy: mi propia ausencia, mi vacío.
Ésta es la escritura de un muerto lúcido. Un muerto que contempla con cierta nostalgia la vida que le ha abandonado». (p 77)

«Sin deseo. Mirando. Atenta. Los días transcurren sin ser apenas días. El tiempo apenas tiempo. En paz. Desde la paz todos los deseos parecen creados. Creados por el aburrimiento, que es la forma más somnolienta de la insatisfacción. Occidente ha crecido sobre ella; su vehículo es la insatisfacción.» (p 78)

«¿Qué he venido a hacer aquí? ¡La gran pregunta! Ahora yo peguntaría ¿qué estuve haciendo allí?
¿Qué vine a hacer aquí? Vine a no saberme, vine a estar. Hago: leo, estudio, escribo, miro, estoy. Estoy en lo que hago, soy lo que hago. Estoy en lo que miro. Soy lo que miro. No estoy. Dejo de estar frente a mí misma.» (p 79-80)

«Algo de mí está triste. Yo no lo estoy. Yo miro esa parte de mí, la miro y observo. Está cansada. Su tristeza está ligada a algunos recuerdos. Éstos forman una cadena sostenida por el cansancio, una larga cadena cuyos eslabones más antiguos, oxidados ya, arrancan del pasado. [...] Algo de mí está triste y yo lo miro estar. ¡Es tanto el polvo acumulado por los años! ¡Cuánta agitación, lo que llamamos vida!» (p 89)

«Ponerle un marco a la ofensa y un cuenco bajo la herida. Recoger la sangre y bebérsela frente al cuadro. Como ofrenda.» (p 95)

«Requerimos la expresión, y la expresión se queda dentro. No puedo decir, y aunque pudiese, no dicen las palabras lo que quiero decir. Releídas, me suenan a tópicos condescendientes, trascendentes, Falsamente místicos. Y no es eso
Es hora de crear nuevos símbolos. Es hora, también, de largos silencios, de interiorización, de prudencia. Estar atento y formular la pregunta.» (p 107)

sábado, 7 de mayo de 2011

día 1963. Diarios indios, de Chantal Maillard. Uno, presentación y extractos de su Prólogo

Quizá pueda pensarse que no tengo derecho a
dedicar estas entradas de blog: al fin y al cabo,
apenas si hago otra cosa que copiar lo de otros.
Pero resulta que para hablar aquí de los libros de
otros, y elegir los extractos, suelo leerlos dos
veces, o al menos muy despacio, tomando notas.
Y resulta que, por falta de tecnología, los extractos
los he tecleado amorosamente, letra a letra. Por ello:

A mi ahijada María, para que vea que el mundo es duro y el mundo cambia

Presentación

Cuando hace nada se publicaron los Diarios de Benarés de Jesús Aguado corrí a comprar el libro, porque algún año antes ya había leído este libro de Maillard; y porque sabía que habían sido pareja en los primeros viajes a India que cuenta cada uno. También sabía que habían ofrecido su casa de Benarés para que pasaran un tiempo a Lara Moreno y Rebeca LeRumeur, jovencísimas autoras que se convirtieron en amigas muy queridas por un azar; ellas fueron además las que me hicieron tomarme la literatura más en serio, aceptándome en un Taller de escritura que crearon y que luego cambió de rumbo. Por ellas conocí, de nombre y obras, a Jesús Aguado (y en persona a Paco Cumpián, otro gran poeta del grupo malagueño, que lleva con Jesús y algunos otros la editorial El árbol de Poe).

A Chantal la conocía de antes, como lector que se acerca a las estanterías de poesía. Aunque quien más me ha ayudado a profundizar en ella sea Stalker, desde su blog Lost in Marienbad).

Chantal Maillard es Doctora en Filosofía y ha trabajado muchos años como Profesora Titulas de Estética y Teorías de las Artes; por sus largas estancias en India, creó asignaturas de Filosofía y Estética Oriental. Ha escrito numerosos ensayos (de los que no he leído ninguno) y colaborado con regularidad en el suplemento cultural de ABC y, actualmente, en El País.

Pero sobre todo, para lo que a mí me interesa, es mi poeta favorita, con mucho. Aroa me decía que es “difícil”, y es cierto, pero lo sigue siendo (mi favorita). Solo tiene 5 libros de poesía, duros, aunque algo se aligeran con la lectura repetida de todos ellos, conociendo sus conferencias en vídeo (aquí es donde entra Stalker), algunos datos de su vida –muy pocos, porque es reservada– y sobre todo, dos textos que la editorial Pre-Textos califica de “prosa reflexiva”, que son Filosofía en los días críticos. Diarios 1996-98 y el libro de hoy.


Extractos de su Prólogo

«Los cuadernos reunidos en este volumen están escritos en India durante distintas estancias, pero, en su conjunto, forman el testimonio de un mismo viaje, el que emprendí en la creencia de que traspasando las fronteras de los territorios acostumbrados lograría ensanchar los límites del conocimiento que tenía de mí misma».
[...]
... lograr averiguar el funcionamiento no tanto del mundo como del instrumento de percepción del mundo (lo cual, al fin y al cabo, resulta ser lo mismo), no tanto del como de la conciencia del . Empresa utópica donde las haya, [...] La escritura de mis “diarios” no es sino el sentimiento de una voluntad comprometida en ese empeño; son una obra en marcha que terminará al tiempo que mi capacidad de observarme y dar cuenta de ello».

«A finales de los ochenta, Benarés no era ni mucho menos el destino turístico que es ahora. Aún era un lugar donde alguien podía desprenderse de sí mismo, donde, en razón de lo ajeno que resultaba el entorno, podía fácilmente poner en duda la vigencia de sus códigos y someter a prueba la conciencia de su identidad. Mi estancia en la sagrada ciudad de Shiva se prolongó hasta bien entrada la estación seca. Tiempo suficiente como para que las brumas del amanecer se calaran en los huesos y que la mirada de los búfalos llegara a convertirse en un estado interior. Vestí el sari y me respetaron por llevarlo atendiendo a la exactitud regular de los pliegues. Aprendí a cocinar con queroseno en utensilios sin asas de acero inoxidable, a darle a la vaca pedigüeña las cáscaras de plátano entre los barrotes de mi ventana, a no frenar con la bicicleta en los cruces, a adormecerme con el sonido de las voces recitando los textos sánscritos en la escuela vecina, a maldecir los altavoces de los eremitas a las cuatro de la madrugada y, también, a acompasar mi gesto con el de la anciana que quería morir a la orilla del río y amasaba las boñigas para el fuego sobre los peldaños de mi puerta. Todas aquellas cosas fueron poco a poco modificando mi manera de estar en el mundo. Me procuraron otro tiempo más dilatado y lleno. La nostalgia de ese tiempo fue lo que me instó a volver una y otra vez».

«Jaisalmer y Bangalore, los dos primeros cuadernos que se entregan aquí, fueron escritos en 1992 y a996 respectivamente,»

«Benarés, la última parte del libro y la más importante, es, cronológicamente, la continuación de Filosofía en los días críticos (2001). Se compone de dos cuadernos. El primero de ellos, 48 ghats, es una especie de peregrinaje o via crucis por las orillas del Ganges. Mi escritura se inició allí como el ritual con el que pretendía preservarme de las miradas ajenas. Escribir es, a menudo, una gran estrategia defensiva: convertido en objeto de escritura, el mundo está en las manos del que escribe y él es su centro. La libreta hacía de santuario; en ella, me sentía a salvo».
[...]
«Identificarse con los propios estados mentales es la condición natural del ser humano; observarlos no es propio de esa condición, es el resultado de un entrenamiento».
[...]
«El último cuaderno, Diario de Benarés, es el diario del observador, el relato del periplo de una conciencia que, empeñada en alisar los pliegues que conforman el , termina disolviéndose en su propia mirada».

«Aquel invierno de 1999, adelgacé. La mente se me adelgazó. Fui capaz, entonces, de ser aquello que percibía. Así de sencilla es la existencia cuando uno se descarga de juicios (sus tensiones, sus predisposiciones, sus impactos) y deja de querer. Así de simple y de infinita, la vida, cuando se la contempla sin intención, cuando se la deja estar».

«Quiero hacer constar mi agradecimiento a Oscar Pujol y a Mercè Escrich, por su ayuda inestimable durante la primera estancia en Benarés y a Jesús Aguado, para quien aquél era igualmente el primer viaje a India y que fue fiel compañero en los que siguieron.  Sin ellos, y sin su amorosa dedicación al estudio de la cultura de aquel continente es probable que nuestra vida, la de todos los que estuvimos implicados desde entonces en la aventura india, hubiese tomado otro rumbo».

lunes, 2 de mayo de 2011

día 1964. “The Corrections”, de Jonathan Franzen. FINAL (XIV)

Creo que he contado suficiente (o más) de la trama central; aunque hay muchos asuntos colaterales que ni siquiera he mencionado. Y he copiado extractos de todo tipo, para mostrar los estilos, la perspicacia o intuición para las diferentes descripciones, que ajustan como un guante a la situación.

Quedan dos escenas, la 5 y la 6, de este sexto capítulo, entre las dos las páginas 689-723. La primera mitad de la escena 5 trata trata una acción durante una revuelta en Lituania, y el modo de Chip de escapar. El breve extracto siguiente es el último que voy a copiar.

«Había perdido la pista de lo que deseaba, y una persona es eso, precisamente lo que desea, de modo que la conclusión estaba clara: también había perdido la pista de sí mismo.»

Cuatro líneas maestras para describir el estado del personaje; pero hay algo más, veo aquí tres niveles y me referiré al segundo: la capacidad de escritura de Franzen para describir el estado total de un personaje en solo cuatro líneas.

La escena 6, la última del capítulo, es una obra de arte de la comunicación entre la mente ya casi totalmente confusa de Alfred, los sucesos del hospital y la presencia de Chip como testigo y actor. No digo que el muy breve Capítulo 7 no sea necesario. Pero el libro podría terminar aquí, desconsolado y desesperanzado: no solo el libro, no solo los dos personajes presentes, también el hombre (en el sentido de la humanidad) y el lector quedan desconsolados y desesperanzados.

El Capítulo 7, titulado LAS CORRECIONES, usa 7 páginas para ciertos ajustes: un favor al lector. Porque no todo queda claro. Encontramos en este capítulo algunas líneas maestras que el lector que quiera seguir elucubrando y discutiendo, consigo mismo o con otros, sobre la vida de ese matrimonio y sus tres hijos, pueda hacerlo.

La Contraportada contiene el resumen y elogiosas notas críticas habituales. Leo el resumen y no reconozco la novela (que tengo absolutamente presente). Suele pasar. Aunque sí me resulta exacta la primera mitad de la última frase: «El prodigio de esta novela es la secreta conexión entre el universo de los Lambert y el resto del mundo, la Norteamérica de los últimos noventa, un país irascible que se tambalea hacia un nuevo milenio».

La segunda parte de la frase es un error por redundancia: “conexión entre el universo de los Lambert y el resto del mundo” es lo vital. Esa Norteamérica es el escenario; y la conexión se da con ella como tal, como se puede dar con un español que vive en Madrid.

Algunas afortunadas veces me encuentro con historias realistas que me atraen como voyeur, en las que encuentro diversos niveles de profundidad que ofrecen “el prodigio de una conexión secreta con el mundo”. Y bastantes de esas novelas suelen ser norteamericanas. Quizá pasa como en otras artes, que hay tantos que la competencia por lograr la excelencia es feroz. Aquí, en España, las novelas que cuentan la historia de una familia se limitan a eso; muchas veces, situándolas en episodios históricos de cartón-piedra: “esa una novela de los maquis”, te dice un amigo; y yo siempre pienso que para saber de los maquis es mejor un ensayo, que lo que quiero es lo que hace Shakespeare o Cervantes: que me hablen del ser humano. O, como en el caso de una de mis favoritas, El Watusi, que es la que más me ha enseñado del “espíritu de los primeros tiempos democráticos” (y eso no se escribe en un ensayo), el narrador o personaje lleva una vida rara que le conecta con los mundos más raros. El realismo español es paticorto.

El de esta enorme novela, Las Correcciones, es un realismo de un autor que calza botas de siete leguas.


Jonathan Franzen, Las correcciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004