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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

lunes, 12 de septiembre de 2011

Día 1951. Realidades de humo, de María Zaragoza



Curioso libro compuesto por tres historias largas o tres novelas cortas. Esta joven autora me ha interesado mucho solo con este libro editado en febrero de 2007. Sin duda repetiré con uno más actual. Formalmente, las tres historias están construidas mediante pequeños textos separados unos de otros al menos por el especio de tres líneas: como un patchwork de trozos que el lector puede ir cosiendo a su gusto (o intuición) para obtener la colcha que desea… o incluso la que no desearía, pero la fuerza de “esa” desagradable realidad se le impone. Con sus textos no se camina sobre suelo firme, pero las atmósferas que crea han dejado en mí una sensación de verdad más fuerte que otros libros que cuentan hechos.

Es un trabajo sutil, y Sutileza es el nombre de una historia cruel: una repetición sanguinaria que pasa de madres a hijas sin padre. La segunda, que da título al libro, se dice inspirada en un relato de García Márquez que no he leído: dos personas se encuentran en los sueños y se convierten en amantes; pero como la construcción a base de extractos permite que unos nieguen la realidad de los otros, cuesta decidir el nivel de realidad de la historia.

Me impresionó sobre todo la primera: Cuna de cuervos. Comparte con las otras dos el modo de construcción del relato y que las realidades pueden evaporarse en cualquiera de los párrafos. Una prostituta fea, con medio rostro quemado por su padre, acoge a un joven que le paga cinco días, tras los que se suicidará. Se cuentan historias; en realidad solo ella las cuenta, e incluso las varía, haciéndolas más o menos amables según el momento. A eso dedican los cinco días.

Lo mejor de María Zaragoza, lo que tiene de única, es la facilidad para convertir la Realidad en Humo. Copio a continuación algunos extractos, que dan una idea bastante aproximada de las conversaciones de esos cinco días.

«Tú fumabas y reías como ahora peinas el pelo de la parte sana de tu cabeza, indolente. Y le llamabas Niño o Chico. O cualquier otra cosa que se te pasase por la cabeza, como Corazón, Tesoro o Cielo. Y entonces él decía:
–Prefiero Niño o Chico. Es más impersonal.
Y a veces añadía:
–Después de todo he venido a matarme.»


«La piel de tu cara es brillante en su mitad derecha. Está abrasada por un accidente de tu más tierna infancia. A ti te gusta llamarlo accidente provocado, aunque fuese más lo segundo que lo primero.
–Las cosas son como las llamas que lo que son –le decías al Chico.»


«Acogiste al Chico porque te pareció dulce. Porque era tan joven y tan triste que te pareció inofensivo. Dijo que tenía dinero para pagarte cinco días. Que cuando te marcharas se ahorcaría.»


«Él dijo que llevaba viéndote por la calle desde niño, con esa mitad tuya quemada y ese pelo rojo cubriéndote sólo media cabeza. Y ese ojo seco y el otro inteligente y vivo. Y pensó que eras perfecta. Que podrías entenderle porque estabas viva y muerta al mismo tiempo.»


«–Cuéntame la historia de los niños que te gritaban en el colegio –pedía el chico.
Pero la historia había cambiado y ya no te tiraban piedras. Incluso habías aprendido a leer y escribir.
–Me gustaba más cuando era una historia triste –decía él.
–A veces las historias cambian solas cuando las cuentas, Tesoro.
–Llámame Chico.
–Está bien, Chico. La niña de la cara quemada, esta vez, consiguió no temer a los demás. Y aprendió mucho.
–¿Leyó la historial del Loco?
–Leyó un libro en el que no recuperaba la cordura antes de morir.
–Entonces leyó la versión piadosa.»


«Luego, cuando te despertaba de tus constantes pesadillas, te deba de beber y te preguntaba por qué te había quemado tu padre.
Si tenías fuerzas para mentir le decías que por fea. Si te sentías imaginativa le contabas que había sido un accidente. Si estabas lo bastante borracha ni siquiera contestabas.
Él te acariciaba las quemaduras y decía:
–Ni siquiera tú lo sabes, ¿verdad?


Lo cierto es que tu padre murió antes de dar explicaciones. Y tú quisiste ser monja exactamente durante dos horas. El tiempo justo para contárselo a tu tía, que se hizo cargo y te quitó la idea de la cabeza a pescozones, Cuando murió y empezaste a cobrar por el sexo, era demasiado tarde para recuperar la fe.»


«Dijo:
–Nos estamos empezando a creer nuestras propias mentiras.
Dijo:
–Claro que, quizá sea mejor así.
Dijo:
–La mentira siempre amortigua la caída.
Dijo:
–Me hace feliz no morir solo.
Dijo:
–Gracias.»


Y entre estas realidades de humo, lees y te das cuentas de que alguien te está leyendo; alguien que eres tú y no lo eres. Cerca ya del final, en uno de los párrafos, hay una frase que me asustó: «Y te aterra pensar quién podrá ser la primera persona de esta historia. La que te la está contando.»

3 comentarios:

  1. Cómo me gusta leer a amigos reseñando a amigas. Imagino que sabes que María y tú os conoceis, al menos habeis compartido espacio físico-temporal en varias ocasiones. De todas formas, pásate el viernes noche por Casa Federica, allí estaremos de celebración por su cumpleaños y por el Premio Ateneo de Valladolid, que acaba de ganar y cuyo fallo se ha conocido hoy. Para que luego digan que el martes y 13 trae mala suerte...

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  2. Pues no, ETDN, no lo sabía. En los sitios con mucha gente, oigo mal. Ya me he acostumbrado a no pedir que me repitan el nombre. Seguro que hasta hemos hablado.

    Lo que sí sé es que me has mandado una petición de amistad con ella, que he pedido. Cómo me alegra que le hayan dado ese Premio. Como quería leer algo más actual, ya sé cuál va a ser.

    No podré pasarme ese viernes, pero felicítala de mi parte por su escritura. Y ya queda menos para que escriba aquí (lo de "reseñar" es más importante y no me atrevo a practicarlo) sobre una amiga a la que tú sueles ver en el espejo.

    Querido JUAN: la perspectiva de todo lo que tengo que leer (y ahora puedo intentarlo con una pequeña parte) me mantiene muy vivo. Imagino que me entiendes.

    Un fuerte abrazo a los dos.

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