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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

sábado, 24 de noviembre de 2012

Día 1939. "Más lecturas no obligatorias", de Wislawa Szymborska





Wislawa Szymborska, Más lecturas no obligatorias. Ediciones Alfabia; primera edición, marzo de 2012. Traducción de Manel Bellmunt Serrano. 196 páginas.

Poco antes, la editorial sacó Lecturas no obligatorias, de la que el presente libro es una segunda oleada. He buscado el primero, sin encontrarlo; quizá porque lo presté, más probablemente porque desde que reordené la biblioteca personal, no encuentro nada. No tengo acceso, pues, a los subrayados y anotaciones, y tendré que referirme solo al segundo volumen. En realidad no importa demasiado, porque salvo los libros recensados por Wislawa, no hay diferencia alguna en el tratamiento: personal, sabio, amoroso o mordazmente irónico. Escribir de este es hacerlo de los dos.
Me considero un adepto fiel a sus poemas, así que ya estaba ganado para la causa. Si alguien no la ha leído, puede escuchar dos poemas traducidos al español que muestran su dulzura de hierro, la ironía el fondo absolutamente humano de su vida, clicando en este poema (https://www.youtube.com/watch?v=NHH7c5-DQHE&NR=1&feature=fvwp) y en este otro (https://www.youtube.com/watch?feature=fvwp&v=lWE10svTtEg&NR=1), que siempre me ha parecido uno de los más emocionantes poemas sobre la muerte. Ambos recitados por Luisa Pastor, ante la que ya mismo me excuso por reproducirlos sin permiso.
Ya que estoy poniendo enlaces de hipertexto, no me resisto a incluir un chiste sobre la creación, para que se la pueda ver a ella, ya muy mayor, bromeando sobre la humanidad:  https://www.youtube.com/watch?v=gVnb3XXw9Hg.


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Para celebrar la publicación del primer volumen, la Editorial pone en su página web este texto de WS:

« Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad.»

No me cabe duda de que en este párrafo la autora explica el entusiasmo con que la autora se entrega a la tarea de recensar todo tipo de libros, pero todos los datos que he leído de ella pasan como sobre brasas por su actividad en la que fue una autora premiada en Polonia con sus dos primeros libros, hechos desde el realismo socialista y desde el apoyo al sistema. Libros que rechazó más tarde, saliéndose de la primera fila de autores protegidos. Solo con la caída del bloque soviético empieza a ser conocida y traducida, recibiendo un premio en Alemania y más tarde el Nóbel (Por su poesía, que con precisión irónica permite que el contexto histórico y biológico sea iluminado en fragmentos de la realidad humana”). No he podido averiguar si sus libros se imprimían, se distribuían. Quizá se vio reducida a vivir de sus traducciones y críticas, que en todo caso hizo con pasión y honestidad.



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Todos los libros “criticados” son polacos o traducciones al polaco. De la cultura universal (los cuatro primeros son El Satiricón, Entremeses de Cervantes, Gilgamesh y Los mitos griegos) o de la cultura polaca, de ciencias o de letras, de asuntos de importancia o de lo más peregrino. Pero siempre aborda la recensión cuando es necesario como una “profesora”, señalando aquello que el lector desconoce, o, en los mejores casos, como una conversación con el autor: lo que importa es sobre todo lo que dice ella impulsada por la lectura del libro.

Como por ejemplo en la página 21, escribiendo sobre el libro Mercaderes en el siglo XVI, de Pierre Jeannin, cuya crítica empieza así, centrándose en el interés por el tema:

«Se han escrito muchas historias de aventuras sobre caballeros andantes, pero sobre mercaderes andantes, que yo sepa, ninguna... y eso que hasta un mercader normal y corriente superaba al noble medio en cantidad y riqueza de sus aventuras, en la necesidad de arriesgar su vida y en iniciativa. El mero hecho de tener que viajar más, con más frecuencia y más lejos, le exponía constantemente a innumerables peligros.»

Voy a hacer una excepción, poniendo entera la crítica que hace a la biografía de Haroslav Hasek escrita por Radko Pytlik: porque su brevedad me lo permite, porque es un ejemplo magnífico del motivo de que sean interesantes incluso aunque el crítico autor del libro nos sea, y seguirá siendo, desconocido, (no así la obra maestra de Hasek, Las aventuras del valeroso soldado Schwejk) pues la lección de humanidad y humanidades queda absolutamente clara, aunque del biografiado conozcamos una obra, pero poco de él mismo. También por la ironía con la que se carga un libro. Por el humor desbordante con el que se atreve a criticar a un crítico cercanos al Régimen, por necio. En este caso se trata de un libro checo traducido al polaco.

«Sea quien sea, el crítico literario debería creer en fantasmas. El miedo a que, de repente, a medianoche, se abra la puerta y aparezca el espíritu del escritor al que se está examinan podría resguardar a los exégetas de no pocos disparates. Lástima que Radko Pytlik no tenga miedo de los fantasmas y proyectara su obra sobre Hasek con una sensación de absoluta seguridad. Como resultado ha conseguido hundir a este gran humorista en el océano de la fraseología. En algún lugar del subconsciente del crítico echó raíces el convencimiento de que revolución y alegría son dos conceptos irreconciliables. Como Hasek era revolucionario, Pytlik consideró que su deber sagrado era justificar de alguna manera el sentido del humor del escritor. Y descubrimos con estupor las diversas “máscaras” de Hasek: la máscara del bromista, la del bufón y la del embaucador. Resulta que solo la cruel necesidad le compelía a reír; de tal modo que si los tiempos hubieran sido menos terribles, Hasek, con un suspiro de alivio, se habría puesto a escribir tragedias. Al crítico le plantea serios problemas la vida personal del escritor, quien no destacaba por su ejemplar comportamiento, era muy dado a organizar escándalos y se le conocía por su amor a la bebida. Como todas esas inclinaciones bohemias no encajan demasiado bien con el modelo del progresista ideal, Pytlik trata de conve3ncernos de que Hasek no juguetea de manera inocente, sino con lúgubre premeditación. Los únicos rayos de luz del libro son las citas del propio Hasek y algunas fotografías suyas. Nos mira el mofletudo rostro de un hombre capaz de reírse de cualquier cosa que se cruzara en su camino. Por desgracia, Pytlik llegó demasiado tarde.»


Otra crítica implacable de la necedad de los críticos impulsados por una idea previa. En este caso, del libro Los viajes con Homero escrito por Ernle Bradford y traducido del inglés. Copio las cuatro primeras líneas y la siete últimas.

«Ernle Bradford anhela exculpar al respetable Homero de la acusación de no conocer de cabo a rabo el mar y de tener una vaga idea sobre el arte de la navegación. Y se entrega en corazón y alma a esta tarea. [...] Lo que no es tanto una prueba del historicismo de Homero, como de la hipersensibilidad de la autora. Y como respetamos a las personas que padecen hipersensibilidad,  disculparemos al autor su más que superficial conocimiento de la mitología y de un tal Cavafi, “un antiguo poeta alejandrino”, sobre el que bien merece la pena saber, por cualquier otra fuente, que el tal Kavafis no es tan antiguo, que digamos.»

También hace críticas muy positivas de libros literarios y de todo tipo, porque esta colección de prosas incluye libros científicos, biológicos, históricos, etc. Por ejemplo, la de la traducción al polaco de nueve de los catorce poemas de El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, de T. S. Eliot. Tras una reflexión sobre la capacidad del poeta de escribir tanto La tierra baldía como un poemario dedicado a los gatos, termina la crítica con estas 13 líneas:

«Cada gato es una personalidad, por lo que se convierte en un proyecto literario independiente. Algo que el mismo Thomas Stearn Eliot sabía perfectamente. Además de eso, el gato posee determinados rasgos inequívocamente felinos que tampoco ha escapado a la atención del poeta. Presten, por favor, atención a la cita: “Siempre está en el lado equivocado de la puerta / y aunque solo hace un momento que salió, ya vuelve a querer entrar”. Cualquiera que conozca a los gatos aplaudirá dicha observación. La vida del que tiene un gato se convierte en un constante abrir y cerrar de puertas. Con los perros hacemos ejercicio en los espacios abiertos. Con los gatos, dentro de casa. En uno u otro caso salimos ganando, porque no hay nada peor para el estómago y el alma que ser víctima de la inercia y el marasmo.»

He de dejar de poner extractos; con pena, porque tenía marcados tantos, de libros y teorías tan variadas que me molesta que se pierdan este lujo. No tendrán más remedio que buscarlo en una biblioteca o pedírselo prestado a un amigo; no a mí, que probablemente por ese motivo ya perdí el primer volumen.

3 comentarios:

  1. Leí hace unos meses la primera oleada, que ahora lee mi mujer, y estoy con la segunda. No sé encontrar la palabra adecuada para hablar de estos libros, tú ya has hablado de ellos, son encantadores y escritos con una inteligencia fuera de lo común. He leído parte de su poesía también.
    Estoy pensando en apuntarme a algún club de lectura virtual, para leer mejor, en general.

    Un abrazo

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  2. Estupenda casualidad, JOSÉ LUIS. He elegido acudir a talleres de escritura con el objetivo de aprender a leer mejor (lo de aprender a escribir es secundario). Si tienes cerca uno de lectura, vale igual. Lo que importa es compartir ideas con otros. Nos dan ideas que nosotros no teníamos y nos obligamos a reflexionar.

    Un abrazo

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  3. Al final me apunté a un club de lectura, virtual, pero de lectura, hace ya un tiempo. Me va muy bien, ya que leo mejor, creo, y los puntos de vista de los demás enriquecen el tuyo. Es literatura española, y hemos comenzado con La lucha por la vida, de Baroja. Ahora voy por el segundo libro, Mala hierba. Bien, todo bien.
    Simultáneamente leo literatura de otros países, claro, y creo que comenzaré, cuando acabe uno que estoy leyendo, con Cannery Row, ya que habláis tanto de él.

    Un abrazo

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