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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

domingo, 16 de enero de 2011

día 1210. Un mail de Pedro Mairal para Orsai: el mar de navegar, entre la Caribdis y la Escila de la banda ancha

Días antes de entrar en máquinas, Hernán y el Chiri reciben un mail de Pedro Mairal que empieza así: “Queridos Hernán y Chiri: no voy a poder escribir el artículo que les prometí para Orsai. Les pido disculpas. Sé que habíamos quedado en que se los mandaba el veinte de noviembre pero hoy es dieciocho y todavía no escribí una línea”. El mail era una larga explicación que empecé a leer con una mezcla de odio y tristeza, escribe Hernán.  Lo cuenta en el pre-texto, del que pongo un trocito. Añado después una parte, un poco larga, sobre la bendición de los nuevos espacios tecnológicos, que forma parte del artículo, o el mail, o lo que sea.

*****
(extractos de la introducción de Hernán y Chiri)

El mail de Pedro, tan a última hora, nos partió al medio. Se lo empecé a leer a Chiri con mucha congoja, mientras él abría su portátil para leerlo por su cuenta. Le leí y le volví a leer el principio de ese mail que parecía no terminar nunca, y entonces Chiri me dijo:
-- Qué excusa más larga.
Y ahí, solo ahí, me di cuenta de que era un mail de cuatro mil palabras. Me di cuenta de que su texto para la revista, su participación en el número uno, era un mail.
[...]
El texto de Mairal es un manifiesto generacional impostergable. Sobre todo por lo espontáneo del planteo y sus entrañas. Para mí, en lo personal, la revista entera vale las próximas diez páginas, Hay tanta verdad ahí dentro, tanta valentía por parte de Mairal, que me saco el sombrero cada vez que leo esas líneas.
No esperábamos menos de él. Susto incluido.

 
*****
(extracto del artículo de Mairal)

«Ahora veo otra razón por la que no quería contar algunas cosas: el tono elegíaco que va tiñendo todo. Como si hubieran sido los mejores tiempos, la juventud perdida, etcétera. Minga. La pasaba mal a veces en esa época. No volvería atrás nunca. Está bien que el tiempo se coma todo. No soporto la repetición, la falta de cambio, el estancamiento invariable de la vida. Me gusta que todo se transforme, se rompa, se gaste. El río que durando se destruye, del que habla Neruda. La transformación es casi lo único que me interesa. Qué liberación poder hablarles así, sin pensar en el artículo, en el cuento. El mail es un género no contaminado todavía. A veces me gustaría recuperar mails que le mandé a la gente en los que me parece que lograba decir algo que quería decir. Pero con la sucesión que hubo de distintas direcciones electrónicas desde el noventa y pico hasta ahora, sería imposible. Además qué papelón pedir años después un mail que me mandaste. Pero los mails son todavía un refugio al que no llega la radiación literaria. La gente escribe mails con toda naturalidad, cuenta con gracia las cosas, y después las quiere poner en un cuento o una novela y las arruina con palabras como “rostro pensativo”, “allí”, “luz cansina”. Esa es la radiación literaria, que va mutando en tics de la época: el superyo que cada generación considera que es Literatura con mayúscula. Eso me gustó de los blogs en su momento, se olvidaban esa mayúscula. LA gente contaba su vida cotidiana sin pretensión literaria, sin darse cuenta de que estaba escribiendo bien. Contaban algo que les había pasado en el colectivo y fluía como ese viaje, lo contaban con la ropa suelta, sin pensar en la solemnidad del papel. A mí los blogs me ayudaron bastante a relajar la mano, a bajar un cambio del motor literario. Y la vez creo que es una búsqueda que no se consigue nunca, ni se abandona. Siempre hay dos fuerzas que tironean: la tradición y la propia época. Cada uno traza donde quiere –pero sobre todo donde puede- la línea resultante; ese es su estilo, ese lugar que uno va encontrando o buscando en cada oración. en cada párrafo.

Creo que como generación tenemos suerte (y algo de desgracia). Los nuevos soportes están provocando algo que no me animo ni a nombrar, porque no sé cómo se dice. Pero tenemos la posibilidad de explorar de explorar nuevas formas, probar, tratar de buscarle la máxima expresión al verbo eléctrico. Escribir on line provoca una energía que a veces me ayuda y a veces me destruye. Como autores todavía no sabemos controlar bien el voltaje, y la tensión nos quema. Estamos en la parte de la película en la que el superhéroe descubre de pronto su superpoder y todavía no sabe cómo manejarlo. No sé si les pasa a todos. A veces siento que entregar el verbo a la banda ancha en blogs y páginas web me permite comunicarme mejor, más efectivamente, más suelto, con más gracia, con más gente. Y a veces la banda ancha me liquida, me atomiza en chats, mails, google, series, música, y eso que me vengo manteniendo al margen de twitter y facebook (“antes me cojía blogueras, ahora me cojo twitteras”, dice un amigo). La banda ancha a veces me atomiza hasta la nada. Queda el cerebro flotando en el gran paraíso narcisista del ciberespacio, en el autogoogleo que me deja saber qué opinió una blogura griega de mi novela porque copio su post en el traductor de google y leo una versión tarzánica de algo que se dijo sobre mí en alfabeto homérico, sobre mi libro traducido allá, la nada flotante, el navegante complacido de sí, dormido en los laureles invisibles de la web, me leen en Grecia, les gusto en Grecia, bravo Mairal, aplausos, no hace falta escribir más, mírate otro capítulo de Mad Men, entremos a xvideos y dediquémosle otra larga paja tántrica a una brasileira infernal, flotemos, flotemos en la banda ancha y amniótica, hay mails que llegarán invitándote una semana a dar una charla de veinte minutos en algún lugar paradisíaco, hay exnovias en el chat, hay más boludeces para ver en Youtube que estrellas en el cielo, hay flotación, ya vas a escribir, ya habrá ganas, la novela ya fue, el cueno ya fue, la literatura no existe más, acaba de estallar en mil pedazos, podés seguir lobotomizándote tranquilo dentro de la matrix, acá dentro están todas las sensaciones que vos quieras.»

 

4 comentarios:

  1. Insisto tras la relectura: qué bueno.
    Y qué bueno y cierto lo de la radiación literaria, ¿verdad?

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  2. Excepcionalmente insistes, y hasta relees, así que excepcionalmente aparezco.

    Vaya pedazo de texto, el de Mairal. En otra parte, que no he puesto, se cuenta que cuando empezó a escribir la excusa (por no haber escrito el artículo o cuento), era realmente para excusarse, pero se sintió suelto y siguió, así que la excusa se convirtió en el artículo: de manera natural.

    He aprendido un montón con el artículo: lo de las nuevas tecnologías como superpoderes que recién descubiertos no sabemos todavía usar (eso es lo bueno), pero también, cuando nos dejamos llevar por matrix, reencontrar la nada.

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  3. quizás digno de tijera, pero genial

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