La madre se sintió animada, en una mejoría de su enfermedad que antecedería en cuatro o cinco días a su muerte, y quiso salir a la calle con su hijo para darle una sorpresa al padre en el trabajo e ir los tres a un restaurante. Mantuvieron esta conversación.
*****
«--Hay bastantes mujeres que se sienten atraídas por hombres déspotas. Como las mariposas por el fuego. Y hay mujeres que lo que más necesitan no es un héroe, ni siquiera un amante apasionado, sino sobre todo un amigo. Recuérdalo cuando crezcas: aléjate de las mujeres a quienes les gustan los déspotas, y entre las que buscan un hombre-amigo intenta encontrar, no a las que necesitan un amigo porque están algo vacías, sino a las que también desean llenarte. Y recuerda que la amistad entre un hombre y una mujer es algo mucho más valioso y extraordinario que el amor: de hecho el amor es algo bastante rudo e incluso grosero comparado con la amistad. La amistad incluye también una parte de delicadeza, de aceptación y generosidad, y un refinado sentido de la mesura.
[...]
--Algún día, cuando te cases y tengas familia, te pido por favor que no tomes como ejemplo la vida matrimonial de tu padre y mía.
[...]
Cogidos del brazo caminábamos mi madre y yo bajo la lluvia, pasamos ante el Talita Kumi y ante el edficicio Frumin, que era la sede temporal de la Keneset, y después a los pies del Bet Hamaalot. Fue a comienzos de la primera semana del mes de enero de 1952. Cuatro o cinco días antes de su muerte.»
Amos Oz, Una historia de amor y oscuridad. Traducción de Raquel García Lozano. Ediciones Siruela, colección Debolsillo.
Oz es la leche.
ResponderEliminarYa me he descargado uno para leer en mi nuevo gadget. Ya te contaré que tal.